Sin embargo, la también protagonista de la serie Broadchurch no parece estar del todo satisfecha con su trabajo en la producción de Netflix, más que nada porque teme que la mismísima reina de Inglaterra haya acabado odiándola -tanto a ella como al enfoque con el que la encarna- por tratar de ponerse en sus zapatos y recrear su fascinante vida en la pequeña pantalla.
"Siempre existe una presión adicional cuando interpretas a alguien que está todavía vivo, sobre todo porque tienes miedo de que te vea y de que no le gustes nada. En mi caso no he dejado de pensar: 'Oh Dios, ¿qué pasa si la reina Isabel II está viendo la serie ahora mismo?'. Quizá esté pensando que lo estoy haciendo fatal y que mi actuación no tiene nada que ver con ella. Me la imagino decepcionada y cambiando directamente de canal", admitió en conversación con el Sunday Mirror.