La reina madre fue la mayor defensora de la familia real ante la política de extrema derecha a la que pertenecía Margaret. Según los informes, Isabel II sintió ansiedad al ver su nación dividida en los años que Thatcher fue la primera ministra. Entre marzo de 1984 y marzo de 1985, más de la mitad de los 187 mil mineros del país dejaron de trabajar, lo que se convirtió en la mayor pelea industrial en Gran Bretaña de la posguerra.

En un intento por evitar el cierre de las minas, Margaret se opuso a la huelga y trató de reducir el poder de los sindicatos. La primera ministra pensó que las inconformidades terminarían rápido debido a la presión de las esposas de los mineros, quienes en teoría harían entrar en razón a sus esposos, pero en realidad muchas de ellas se involucraron activamente en conflicto y la reina les expresó su empatía.
Otro momento en el que Margaret e Isabel II no estuvieron de acuerdo fue en las sanciones en contra del apartheid, un sistema de segregación racial en Sudáfrica y Namibia, que estuvo en vigor hasta 1992 en Namibia y hasta 1979 en Rodesia, mientras que la primera ministra se oponía a las sanciones, la reina las apoyaba.