Diana estaba consciente de que los medios de comunicación estaban detrás de ella para encontrar cualquier tipo de exclusiva, así que tratando de no llamar mucho la atención voló con sus amigas al destino turístico, donde en primera instancia se hospedaría en un campo de golf, pero su poca discreción la hizo cambiar de opinión y alojarse en el famoso hotel.

Para entonces, los paparazzi ya sabían que estaba allí la todavía esposa del príncipe Carlos, así que instalaron una especie de búnker para obtener fotografías de la princesa desde casi cualquier ángulo. Diana, se dio cuenta de la presencia de los fotógrafos y aunque, en varias ocasiones logró esquivar los flashes, una tarde en la piscina desamarró su bikini y cuando la capturaron en topless, dijo Jorge Ogalla uno de los fotógrafos al medio antes mencionado.
Una revista española compró los derechos mundiales de las fotografías, en ese momento pagó aproximadamente 1,167,655 de dólares, tan solo a Jorge le tocó 187 mil dólares por las fotos, con esa suma pudo pagar parte del departamento en el que vive y una televisión gigante, que le recuerda a la princesa cada vez que la ve.