La mamá de las princesas Eugenia y Beatriz había comenzado a buscar consuelo en la comida durante sus años en un internado y a partir de ese momento entró en una dinámica muy nociva que la llevaba a comer sin control solo para sufrir después enormemente mientras trataba de adelgazar.
"Me refugiaba en las salchichas y los sándwiches de huevo con mayonesa. Fue una dinámica que continuó también cuando me hice adulta", reveló al periódico The Sun. "Cuando mi marido se ausentaba, me entristecía y entonces comía aún más y engordaba. La comida era mi mejor amiga y recurría a ella siempre que las cosas se ponían difíciles".
Descubrir que el resto del mundo había empezado a referirse a ella por ese apelativo tan ofensivo no hizo más que agravar sus inseguridades y hundirla en esa espiral: "Llegó un momento en el que ni siquiera soportaba mirarme al espejo. Por suerte, eventualmente fui capaz de hacer algo al respecto".
