Si Abu Dabi se convierte en el nuevo hogar de Juan Carlos I estará mejor que atendido porque goza del favor del jeque Jalifa bin Zayed Al Nahayan, el actual emir y también presidente de los Emiratos Árabes Unidos, cargos que heredó de su papá, Zayed bin Sultán Al Nahayan, en 2004. El royal se ha distinguido por, así como su antecesor, traer la modernidad a su país.
Los recursos son casi ilimitados gracias a la riqueza que se consigue por el petróleo, lo que se traduce en edificios modernos, firmas de los principales diseñadores en las calles, bancos y un distintivo muy preciso, hoteles de lujo, así como del circuito de velocidad, al que el rey emérito es asiduo.

La casa real de Abu Dabi es millonaria, la fortuna del jeque Jalifa bin Zayed Al Nahayan fue estimada por Forbes en 18 mil millones de dólares, lo que lo coloca en la posición número tres de los gobernantes más adinerados del mundo. Esa riqueza fue acumulada, además del oro negro, por la hotelería; una de sus máximas joyas es el Emirates Palace.
Es en este resort es donde se cree que está pasando esta visita Juan Carlos I. La propiedad es a prueba de paparazzi, cuenta con una bahía natural privada de 1.3 kilómetros, 394 habitaciones y suites, dos piscinas con cascadas artificiales, spa con hamman tradicional, centro de deportes acuáticos, club infantil y canchas de tenis y pádel.