No es de extrañar que, incluso como adultos (que se supone que tenemos tarjeta libre para hacer lo que queramos cuando queramos), nos sintamos un tanto nostálgicos cuando se trata de comer dulces hasta reventar. Después de todo, si pensamos en nuestra infancia, parece que no existían reglas sobre la cantidad de azúcar que podíamos ingerir.
¿A qué viene tanta nostalgia? Bueno, a que hay noticias que alegran los días y la de la existencia de una tienda hecha a la medida para el adulto que eres hoy y el niño que llevas dentro, es una de ellas.