El castigo recibido por Jelani llega, curiosamente, dos años después de que fuera declarado culpable del delito de violación que se le imputó, en primer lugar, tras una primera detención en diciembre de 2015. Durante el juicio, la defensa del acusado sostenía que las pruebas recabadas por la fiscalía habían sido falsificadas por terceras personas y que formaban parte de una estrategia de extorsión contra su hermana, a la que sus enemigos habrían reclamado un pago de 25 millones de dólares para que no vieran la luz.
La postura de Jelani contrasta notablemente con las declaraciones de la propia víctima, quien aseguraba que su agresor se refería a ella como su "mascota" y que, por tanto, no tenía margen alguno de maniobra durante sus espeluznantes encuentros sexuales, los cuales se producían cuando la madre de la menor se encontraba trabajando fuera de la vivienda.