Esto incluye el costo del viaje de los duques en el RAF Voyager y el del equipo de trabajo y otras figuras en un Airbus 330, así como el primer viaje de sondeo que hizo el personal de los Cambridge durante la planeación de la gira.
El viaje implicó todo un reto para los duques de Cambridge, quienes fueron recibidos con una mezcla de aceptación y rechazo. Fuera de los compromisos ya planeados, ciertos grupos en los países caribeños dejaron claro, mediante protestas e incluso la cancelación de algún evento, que los representantes de Isabel II no eran precisamente bienvenidos.
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Mientras en los eventos que formaban parte de la gira los duques aparecían bailando, conviviendo con los locales o disfrutando productos típicos, en otras partes de sus países anfitriones se desarrollaban manifestaciones en contra de su presencia , que recriminan a la monarquía su pasado esclavista y exigen la reparación del daño causado por ésta.

Pero no todo fue pérdida. En un evento conmemorativo por el Día del Windrush en honor a los migrantes caribeños, el duque de Cambridge habló sobre las lecciones aprendidas. “Nuestro viaje fue una oportunidad para reflexionar y aprendimos bastante, no sólo sobre las problemáticas que más preocupan a la gente de la región, sino también cuánto pesa el pasado en el presente”.