Mucho tiempo ha necesitado Camila, de 74 años, conocida como la duquesa de Cornualles tras su boda con el príncipe Carlos en 2005, para llegar a esta situación.
La princesa Diana, que rápidamente comprendió que Camila era el gran amor de la vida de Carlos, la llamó el "Rottweiler". La opinión pública la consideró como la responsable del fin del matrimonio real entre Diana y el príncipe Carlos, celebrado en 1981, y durante el cual mantuvo una relación con éste.
Miembro de la alta burguesía de provincias pero plebeya, divorciada y mamá de dos hijos adultos, Camila ganó poco a poco visibilidad al comprometerse con causas como las violencias contra las mujeres o la defensa de los animales.

También es aficionada a la jardinería, apoya decididamente todas las iniciativas de su marido, y asume a diario compromisos para la Corona.
Su sentido del deber, su bondadosa desenvoltura, su simplicidad y su sentido del humor han acabado progresivamente con las reticencias.
Su popularidad ha crecido, aunque sigue siendo uno de los miembros de la familia real menos queridos, con menos del 50% de opiniones favorables, según un sondeo YouGov. Algo menos de la mitad de los británicos deseaban que se convirtiera en reina, según un sondeo del año pasado.
Pero muchos reconocen el impacto positivo que ha tenido sobre su marido.