El fotógrafo de la sesión, Paolo Roversi, reveló al diario italiano Corriere della Sera que una de las tres imágenes que fueron elegidas para ser mostradas al público fue elegida por ser la favorita del príncipe William y de sus hijos, George, de 8 años, Charlotte, de 6, y Louis, de 3. Se trata de la fotografía en sepia que presenta un close-up de la duquesa sonriendo con naturalidad.
Roversi tomó alrededor de 250 fotos, casi todas en blanco y negro, de las cuales fueron elegidas 70 y finalmente seleccionadas 10. “La foto oficial ha sido la predilecta de ambos”, relata el fotógrafo, “pero estaba indecisa sobre la última”.
Roversi dio al diario aún más detalles sobre la sesión, como que las fotos fueron tomadas con luz natural, por ejemplo, o que la duquesa no usó mucho maquillaje ni fue peinada de forma demasiado estilizada, y que el punto focal fue su mirada y su sonrisa. Su intención fue que apareciera “lo más pura y contemporánea posible, atemporal”.
El styling corrió a cargo de Sarah Burton –quien diseñó el vestido de boda de Kate firmado Alexander McQueen– y se eligieron varios vestidos. “Sólo uno rojo, el resto neutros”. En el retrato oficial usa un vestido de organza, “casi como de bailarina clásica”.
Hablando de bailarinas, una estrategia que debió utilizar Roversi para que Kate se relajara, fue pedirle que bailara un poco de rock and roll, aunque esa imagen es "secreta" y no aclaró si será publicada en algún momento.
Sobre Kate, Roversi tuvo sólo los mejores comentarios. “Es una mujer amigable y cálida que hace que la gente se sienta tranquila y respeta el trabajo de todos a su alrededor. Destila alegría por vivir. Abierta, generosa, brillante, creo que puede traer mucha esperanza a Inglaterra y al mundo entero”, agregó.