Estas fotos obligaron a la esposa del príncipe William a salir de su zona de confort mientras posaba para el fotógrafo Paolo Roversi con una actitud propia de una estrella de Hollywood o de su cuñada, la duquesa de Sussex, que antes de su enlace con el príncipe Harry protagonizó un reportaje fotográfico que no desentonaría en un editorial de moda de Vogue.
En un principio Kate se sentía intimidada ante la perspectiva de ponerse ante la cámara de Roversi, porque se siente mucho más cómoda cuando es ella quien saca las fotografías, así que el pasado mes de noviembre los dos se reunieron en el palacio de Kensington para tomar el té y hablar de las ideas que tenía cada uno de ellos.
"Conociendo mi historial con modelos, estaba un poco nerviosa de enfrentarse a una sesión real, que requería unas cuatro horas de trabajo. Pero la tranquilicé diciéndole que una vez que empezáramos iba a ser muy fácil. Y así fue", explicó al periódico Corriere della Sera.
Finalmente el posado se realizó en los Jardines de Kew un mes más tarde, usando luz natural, y la duquesa optó por llevar un maquillaje mínimo para que no tuviera un aspecto "demasiado royal".
Roversi también le pidió que bailara al ritmo de un vals con un poco de rock and roll para aprovechar el vuelo de la falda ancha que llevaba puesta.