El seleccionador mexicano, Jaime Lozano se cobró de paso una revancha familiar personal. Hace 53 años su padre perdió en el estadio Azteca ante Japón el partido por el tercer puesto y en esta ocasión su hijo consiguió que la selección se cobrara la deuda pendiente con la historia.
El pasado 25 de julio el conjunto azteca perdió por 1-2 tras encajar dos disparos a la portería en los primeros minutos. El conjunto de Lozano demostró haber aprendido la lección y cambió el decorado.
Asimiló mejor el hecho de caer en los penaltis ante Brasil en la semifinal y acabó con el sueño nipón, que sucumbió a última hora de la prórroga ante España con un tanto de Marco Asensio.
El cuadro mexicano fue mucho más eficaz y superior durante todo el encuentro salvo en el último tramo. Firme atrás, apenas concedió de entrada a un alicaído rival, y en ataque aprovechó sus opciones para vencer.
La primera llegó a los 13 minutos con el penalti decretado por el etíope Bamtaku Tessema Weyesa cuando Alexis Vega entraba en el área y validado por el VAR y con un perfecto lanzamiento de falta.
Córdova colocó junto al palo el tiro desde los once metros y engañó a Kosei Tani, y botó antes de la media hora un libre directo medido a la cabeza de Vásquez. Dos auténticos golpes en la línea de flotación del conjunto dirigido por Hajime Moriyasu, que había comenzado un tanto dormido.