La canción Vestida para matar describe perfecto el mood que Meghan mostró en la nación que no terminó de aceptarla nunca. Para sentirse segura eligió un diseño de Victoria Beckham, el tercero que muestra en público, con el que se alejó de sus reinterpretaciones de looks masculinos para esta reunión con elementos de las Fuerzas Armadas.

Su apuesta: un vestido (£980) crepe midi en clave working azul celeste, manga corta, cuello tipo caja, cintura ceñida, falda tipo tubo que terminaba debajo de sus rodillas y cremallera posterior. Este modelo fue bautizado como el T-shirt fitted dress —por su inspiración en una sencilla camiseta—. En los accesorios también acertó con sus stilettos de gamuza azul marino Jimmy Choo (£495).
Completó el look con un clutch azul marble-effect (£655) de la diseñadora Stella McCartney; para que su pelo fuera igual de elegante optó por una pony tale baja, sujeta con gold hoops. Para su rostro utilizó un lipstick que desafió el protocolo, en tono berry, que combinó perfecto con sus smokey eyes en marrón, con un toque de delineador líquido.