En medio de la primera crisis real de su imagen pública , o al menos la primera protagonizada por ella y no por su polémica familia, la duquesa de Sussex ha reaparecido en Londres para acudir por sorpresa a la cocina benéfica conocida como 'The Hubb Community Kitchen', con la que colaboró estrechamente durante meses para crear un libro de recetas que vio la luz el pasado septiembre.
El regreso de la esposa del príncipe Harry al centro comunitario Al Manaar, donde comenzó una bonita iniciativa formada por mujeres afectadas por el incendio de la torre Grenfell para ayudar a quienes habían perdido su hogar en la tragedia, ha tenido como objetivo comprobar de primera mano cómo los fondos recaudados con su proyecto han permitido ampliar el horario de apertura de la cocina y el número de almuerzos que se preparan a diario y que ahora llegan también a refugios para mujeres o personas sin hogar y residencias de ancianos.
La suya no ha sido tan solo una visita de cortesía, ya que Meghan no dudó en arremangarse, colocarse un delantal y ayudar a preparar algunos de los más de 200 platos que debían despacharse tan solo este miércoles . Además, también invitó a acompañarla a su buena amiga la chef Clare Smyth, para mostrarle orgullosa el trabajo que desempeñan las voluntarias con las que ella ha colaborado codo con codo.
La futura mamá ha vuelto a hacer gala de su espontaneidad y cercanía abrazando a todos los presentes nada más llegar y sonriendo mientras su antiguas compañeras de fogones hacían comentarios sobre su ya abultada barriguita.
Bastó solo una aparición pública para que todos los rumores que habían circulado en los últimos días acerca del carácter difícil de la duquesa o sus encontronazos con el personal de palacio o la mismísima Isabel II debido a su forma ' demasiado hollywoodiense' de abordar su nuevo papel institucional quedaran olvidados y una vez más solo vuelva a hablar del carácter comprometido de la antigua actriz.