Retomar los planes que teníamos y que nos llenaban de ilusión, no depende de que el mundo vuelva a ser el de antes, sino de que nosotros seamos lo suficientemente valientes para crear nuevas formas de lograr lo que nos emociona y permitirnos disfrutar cada paso hacia esas metas. Como dicen por ahí, lo que importa no es el destino, sino el camino.
Lo primero que hay que hacer es ubicarnos en nuestro centro y, aunque sea por un instante, darnos la oportunidad de escuchar lo que desea nuestro corazón. Eso que tal vez no es lo que los demás esperan de nosotros pero que sabemos, sin ninguna duda, que nos va a hacer felices. Y eso solo se logra entrando en armonía con nosotros mismos.
