La mansión neoyorquina de Jeffrey Epstein, remodelada por el nuevo dueño para borrar su oscuro pasado, vuelve a estar en el ojo público tras el testimonio póstumo de Virginia Giuffre , quien revela en su libro Nobody’s Girl los horrores que vivió allí, incluida la existencia de una siniestra habitación que apodó “The Dungeon” ("El Calabozo").
La mansión de terror de Epstein recién remodelada reabre viejas heridas en testimonio de abusos de Virginia Giuffre

La mansión de terror de Jeffrey Epstein resurge tras remodelación millonaria
De acuerdo con un artículo del New York Post, Virginia Giuffre, quien fue víctima de abuso sexual por parte de Jeffrey Epstein y del Príncipe Andrés, narra en su libro de memorias que un cuarto de la ex mansión del financiero ubicada en el número 9 Este de la calle 71, en el prestigioso barrio del Upper East Side de Nueva York, era un espacio escalofriante.
Estaba decorado con mármol negro, alfombras rojo sangre, mobiliario acabado en negro, fotos perturbadoras en las paredes y una escalera trasera cuyo pasamanos estaba decorado con ojos que “te miraban al subir o bajar”. Ella interpreta que “el mensaje era claro: ‘Siempre te estamos observando’”.
“Gabinetes lacados en negro, alfombras rojo sangre, un enorme tigre disecado y un juego de ajedrez hecho a medida cuyas piezas eran mujeres escasamente vestidas”, eran elementos de la decoración de este escalofriante espacio que describe Giuffre en su relato.

Este pasaje de sus memorias aporta una imagen casi cinematográfica del ambiente dentro de la mansión de Jeffrey Epstein, un escenario que ella denominó “The Dungeon” ("El Calabozo") que, según su testimonio, fue usado para abusos sexuales, torturas, vigilancia constante y sesiones de control.

La propiedad en cuestión, conocida como la Herbert N. Straus House, fue originalmente construida en la década de 1930 para un heredero de la tienda Macy’s y luego adquirida por el magnate Les Wexner, quien la compró en 1989 por unos 13.2 millones de dólares.
Posteriormente, Jeffrey Epstein la pasó a controlar y la compró formalmente en 1998 por unos 20 millones de dólares.
La mansión tiene más de 28 mil pies cuadrados y siete plantas. Además, es considerada la residencia privada más grande de Manhattan.

La remodelación de la ex mansión de Jeffrey Epstein
Tras la compra de la emblemática mansión de Jeffrey Epstein en el Upper East Side de Manhattan, su nuevo propietario, el ex banquero de Goldman Sachs, Michael Daffey, decidió iniciar una profunda remodelación con una inversión cercana a los 925 mil dólares, con el objetivo claro de borrar prácticamente todas las huellas de actos atroces visibles que el antiguo propietario realizó ahí dentro estando en vida.
El inmueble, ubicado en el número 9 de la calle 71 Este, era más que una casa de lujo. Algunos detalles arquitectónicos daban cuenta del carácter siniestro del lugar.
Por ejemplo, bajo una escalera se encontraba un baño completamente revestido en plomo, equipado con cámaras de circuito cerrado y un teléfono oculto, lo que sugiere la existencia de un sistema de vigilancia encubierta.
Incluso la acera frente a la propiedad estaba dotada con un sistema de calefacción subterránea para derretir la nieve.

Uno de los elementos más simbólicos y perturbadores que marcaban la propiedad eran las iniciales “JE”, grabadas discretamente en metal sobre las imponentes puertas de entrada.
Durante años, esas letras funcionaron como una firma silenciosa de Jeffrey Epstein, un sello de poder del hombre que, tras una fachada de riqueza y conexiones internacionales, dirigía una red de tráfico sexual.
Al tomar posesión de la propiedad, una de las primeras decisiones de Daffey fue precisamente eliminar todo rastro visible de Epstein, incluidas esas iniciales que, aunque simples, recordaban al mundo quién había vivido allí y qué había sucedido tras esos muros.

Aunque las paredes hayan sido derribadas, las molduras sustituidas y el diseño renovado por completo, la memoria de lo que ocurrió en la casa sigue intacta, especialmente ahora que el testimonio de Virginia Giuffre, una de las principales víctimas de Epstein, volvió a salir a la luz con su libro póstumo Nobody’s Girl.