Muy honesto en la plática, también nos permite conocer un poco a Brian Ronald Bruce, en especial cuando lo cuestionamos acerca de los planes y anhelos que tiene para el futuro. El realizador, animado, acepta que se encuentra "en el tercer acto de mi vida" y está listo para encontrar su mejor proyecto y también el amor.
"He trabajado mucho, he hecho 14 películas, 15 cortos, videos musicales, fotografía… encontré que hay que tener un cuerpo de trabajo y después ir construyendo sobre él, así que espero que pronto pueda tener un presupuesto mayor para una película, en términos de la producción. Sé que quiero seguir por el mismo camino", revela.
Ese andar es, sin duda, respetando su visión, pero con la certeza de que "no creo que haya filmado todavía mi mejor trabajo", por lo que sin reparos suelta que "es la meta, tomar todo lo que he hecho y aprendido, y hacer una cinta que sea mucho mejor de lo que he contado hasta este momento".
Pero también hay espacio para lo que desea Brian, quien pasó por momentos no tan sencillos de afrontar en el ámbito de lo personal: "Todos estamos siempre buscando el amor, yo estuve casado con un maravilloso hombre cubano durante 12 años, pero nos divorciamos hace tres, así que estoy en la búsqueda de tener una relación así otra vez".

Una visión contra lo establecido
La labor detrás y frente a la cámara del canadiense es considerada ya de culto, su uso de la pornografía como una herramienta artística está muy bien planteada en la médula de su forma de hacer cinematografía y no podíamos dejar de lado el tema en nuestro encuentro con él, en el 37 Festival Internacional de Cine en Guadalajara (FICG).
Es para ser confrontativo, con un propósito político contra la homofobia. El porno es una forma de arte… es ridículo que puedas enseñar la peor y más grotesca forma de violencia en una película y que no puedas mostrar a dos personas teniendo sexo; creo que eso es un tabú. En mi cine dentro de la industria y fuera, trato de mantener la misma filosofía

Una de sus sonrisas más honestas fue cuando le preguntamos cómo lo hacía sentir que es considerado uno de los directores de culto en la escena y al ser parte de la comunidad LGBTQI+. "Me identifico como queer punk, tengo una relación ambivalente con el mainstream gay, soy parte de la comunidad, pero también soy muy crítico.
"A veces creo que el Pride se ha convertido en algo que le habla más a la gente straight, se ha transformado en un cliché como la Navidad (risas). En cuanto a ser un director queer de culto, no pienso mucho en eso, no hago películas para un público de nicho, no soy el 'predicador del coro', quiero que le lleguen a todo tipo de gente", abundó LaBruce.