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“La inocencia es más poderosa que la experiencia”, Alejandro González Iñárritu sobre 'Amores perros'

En esta entrevista, el director de 'Amores perros' reflexiona sobre la inocencia, la libertad creativa de su ópera prima y cómo aquella película se convirtió identidad emocional del cine mexicano.
mié 08 octubre 2025 05:13 PM
(Obligatorio)
Alejandro González Iñárritu, cineasta mexicano. (Brigitte Lacombe / Cortesía. )

El año 2000 prometía futuro, cambio y transformación. En México, el país se asomaba a la alternancia política, las ciudades se llenaban de neones y esperanzas, y el cine nacional buscaba una voz propia tras décadas de silencio industrial. En ese contexto, una historia cruda, audaz e inesperadamente humana irrumpió con fuerza: Amores perros.

Filmada con hambre, energía y sin cálculos de éxito, la ópera prima de Alejandro González Iñárritu nació de la inocencia creativa —esa chispa irrepetible de quien filma por primera vez sin la mente puesta en las expectativas, solo con el corazón y el vértigo del salto. 25 años después de ese suceso, platicamos con su director.

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Alejandro escucha atento las preguntas mientras limpia sus gafas de pasta gruesa y traslúcida con un paño. Se percibe tranquilo y relajado aunque viene de un fin de semana movido tras la inauguración en la ciudad de México de la exposición Sueño Perro . Y, aunque horas después de esta entrevista se celebrará una proyección conmemorativa en Palacio de Bellas Artes, el nervio, la emoción y la adrenalina se resguardan bien en ese rostro enmarcado por una melena anárquica y en esa mirada que mira fuerte.

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Emilio Echevarría y Alejandro González Iñárritu en el set de Amores Perros. (Cortesía. )

Iñárritu –“El Negro" como le dicen quienes lo conocen desde que trabajó en radio y en publicidad– ha creado en la última década y media una de las filmografías más solidas y celebradas a nivel internacional: ganador de cuatro premios Oscar (uno más por la instalación de realidad virtual Carne y Arena), el mismo número de triunfos en Cannes; en su repisa descansan tres Bafta, dos Golden Globes, cinco Ariel y un centenar de estatuillas.

Pero hay algo que pasó en Amores perros que no se ha repetido en ninguna de sus otras experiencias cinematográficas: "La inocencia", dice. "la inocencia es lo primero que perdemos y creo que esa inocencia es un regalo”, confiesa el cineasta. “Es algo que tenemos para hacer algo por primera vez: nuestra primera novia, nuestro primer viaje… esa primera vez tiene siempre un impacto emocional porque crea una sensación única que será recordada por el cuerpo, por la mente”.

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Alejandro González Inarritu, cuando ganó el Oscar por 'The Revenant,' en 2016. (Christopher Polk/Getty Images)

Esa pureza —explica— fue el combustible que encendió la creación de su ópera prima: una mezcla de urgencia, curiosidad y libertad absoluta.

“Tirarte al vacío con la inocencia, que es mucho más poderosa que la experiencia, es algo que sí extraño, echo de menos. Me gustaría ver el mundo con esos ojos con los que lo veía entonces, porque eso se pierde para siempre.”

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El valor de no tener expectativas

Durante el rodaje de Amores perros, Iñárritu y su equipo no pensaban en premios ni en trascendencia. Solo querían filmar algo honesto.

“Cuando estás dirigiendo una película, tienes que estar enfocado en el momento, en todos los retos que implica. Para mí ya lograr hacer una película era un éxito. Terminarla era un segundo éxito”.

Y en ese estado de entrega total, sin redes sociales, sin la presión del éxito, nació una libertad creativa difícil de repetir: “No tener expectativas es una liberación. En el mundo de hoy, donde hay tanta comunicación acerca de las expectativas, aquella primera vez fue un acto de libertad”.

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Gael García Bernal e Iñárritu en el set de Amores Perros. (Cortesía / Federico Garcia.)

Una película que se volvió memoria colectiva

Hay escenas icónicas como el choque, como el encuentro erótico sobre una lavadora o esa impactante pelea de perros. Con el tiempo, Amores Perros dejó de ser solo una película. Se transformó en una marca cultural, en parte del ADN emocional del país.

“Hoy la película forma parte de la memoria, de la identidad, del cine nacional… identidad y cine entrelazados”, afirma. “Es una película histórica, pero también atemporal; individual, y colectiva. Eso es algo que no puedes planear, ni esperar. Si lo piensas o lo planeas, no te va a salir”.

El cineasta asegura que él hizo la película pero el crédito de su valor cultural como aparte del ideario audiovisual de la sociedad mexicana no le pertenece. “Yo no hice eso. La gente se ha apropiado de la película, la ha adoptado, se ha permeado dentro de la identidad de la gente… y eso no lo puedes hacer tú. Lo hace cada individuo que la quiere, que la recuerda”.

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Fotograma de la cinta Amores Perros. (Archivo. )

El eco de una primera vez

A veces, jóvenes cineastas se acercan al director para contarle que Amores Perros los llevó a querer filmar. “Ese es el mejor regalo: saber que existe algo que se extendió a una conciencia colectiva”, dice con una convicción que sólo se puede reafirmar con un gesto en las manos. “Conectas en algo profundo, humano… y eso es un milagro”. Esa inocencia perdida sigue palpitando en cada espectador que, al ver la película, recuerda su propia primera vez: el amor, el dolor, la furia, el instinto.

Amores Perros regresa a la pantalla de los cines para conmemorar su aniversario número 25. Iñárritu sigue trabajando en el proyecto, aún sin título, que protagonizará Tom Cruise.

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