La fábula de una marioneta que se convierte en niño con un alma prestada, es diferente a todas las versiones que existen de la historia original basadas en el cuento de Carlo Collodi. En las primeras secuencias se ve a un Geppetto de ojos rojizos aparentemente ebrio que se levanta del suelo en medio de su taller. Mientras que Pinocho utiliza sus extremidades con dificultad.

“Animar el silencio y los gestos innecesarios. Dijimos, hagamos que los personajes se equivoquen. Hagamos en cuatro gestos lo que otros harían en uno. Démosles picazón y dolores de cabeza y hagamos que este mundo se sienta habitado”, dijo el cineasta ante la eufórica multitud.
Este pulso en el que un régimen totalitario envuelve la atmósfera de los personajes que se entrelazan con el cine fantástico y de terror, se conecta con dos de sus filmes anteriores, El espinazo del diablo y El laberinto del Fauno, donde la España de Francisco Franco es el escenario de la acción dramática.
