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Isabel Allende: "Tengo amigos mexicanos adorables, como no hay en otras partes"

En entrevista exclusiva, Isabel Allende, la escritora más célebre de Latinoamérica, habla de amor, literatura y hasta de moda. Con boda en puerta y a sus 76 años, Isabel presentó su última novela.
vie 26 julio 2019 02:10 PM
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Isabel Allende

Frente a frente con la escritora más célebre de las letras latinoamericanas, hablamos de amor, de inmigrantes y refugiados, de literatura y hasta de moda. Poco tiempo antes de casarse con su novio Roger, a sus 76 años, presentó en Madrid su última novela Largo pétalo de mar.

El éxito le sonrió con su primera novela La casa de los espíritus en 1982. Hoy, 74 millones de libros vendidos después, Isabel Allende vuelve con Largo pétalo de mar. Aunque ya se ha escrito mucho sobre la Guerra Civil española (1936-1939), ha dado un giro a la frialdad del relato histórico como sólo ella sabe hacerlo, con una fascinante historia de amor, lucha y solidaridad. Una narrativa con un trasfondo tan real que le ha valido el prestigioso Premio Internacional de Novela Histórica Barcino. Porque, como ella recalca, detrás de cada uno de sus fascinantes personajes se esconde un ser humano real, como su compatriota, el poeta Pablo Neruda , que inspiró a un personaje de su novela.

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¿Qué te movió a escribir esta historia sobre los refugiados españoles en la Guerra Civil?
En los últimos tres libros que he escrito hablo de los inmigrantes y los refugiados . Se ha puesto muy candente el tema del desarraigo, de la gente que escapa por su vida y que tiene que encontrar otro lugar en el mundo y son rechazados en todos lados.

¿Te identificabas con los personajes?
Tengo la experiencia de ser una persona desarraigada desde pequeña, porque primero nací en Perú , luego, cuando tenía tres años, nos fuimos a vivir a Chile a casa de mi abuelo, y después, como mi madre se casó con un diplomático, pasé la infancia viajando. Fui exiliada política en Venezuela y después inmigrante en Estados Unidos. Siempre he sido extranjera en todos lados, pero extranjera privilegiada. No he pasado por los horrores de los refugiados en la frontera de México con Estados Unidos, en donde la gente se está muriendo. Yo no viví por esas angustias, pero tengo una gran afinidad con esa gente y esa tragedia, por eso ha estado presente en mis libros.

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Última novela de Isabel Allende

En México están de paso miles de inmigrantes. Tal vez tu novela podría dar un poco de perspectiva.
No pretendo con una novela cambiar la mentalidad de alguien, pero en mi caso he leído libros de ficción que me han hecho ver las cosas de manera diferente.

¿Hacen falta más Pablos Neruda solidarios?
¡Hay muchos! En este caso, Neruda dice en una parte de sus memorias que se olvidará toda su poesía, pero este hecho no se va a olvidar. Ese acto de ayudar a la gente, a los refugiados, lo está haciendo mucha gente en este momento. Tengo una fundación –que maneja mi nuera Lori– y vemos que se está haciendo mucho trabajo con los refugiados que están tratando de entrar a Estados Unidos desde la frontera de México.

Siempre has retratado el amor. ¿Qué es para ti?
Si no lo has vivido, no puedes definirlo. Para mí ha sido lo que ha marcado mi vida. He estado enamorada siempre, desde los siete u ocho años que lo hice de un vecino. He estado enamorada toda mi vida. Me pregunta la gente: ¿cómo es enamorarse a tu edad? Tengo 76 años y yo creo que es igual que como cuando era chica, cuando tenía 18 años, pero la diferencia es que ahora es con una sensación de urgencia.

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Con su amigo Carlos Fuentes

¿Urgencia?
Como tengo poco tiempo —con Roger me queda poco—, no hay espacio para peleas, para pequeñeces, celos y las mezquindades del día a día. Una pasa por alto cosas que antes no dejabas pasar, por ejemplo, el desorden. Yo siempre he vivido peleando porque dejan los zapatos tirados y hoy día pienso: “me quedan cinco o seis años, no me queda mucho, no me voy a perder este día peleando por los zapatos y el desorden”. Una pelea por tonterías, y creo que si yo hubiera aplicado esa norma en mi vida anterior, en mis relaciones anteriores, habría sido más feliz; tal vez no habría tenido dos divorcios a la espalda si hubiera dejado pasar tanta cosa que no dejé pasar.

Roser, el personaje femenino de tu novela, es una mujer fuerte y decidida. ¿En qué punto crees que está el feminismo en Latinoamérica?
No puedo generalizar, la cultura es muy machista todavía, pero las mujeres se han organizado y son muy fuertes. El movimiento feminista en los países latinoamericanos a veces tiene mucho más ímpetu que en países industrializados como Estados Unidos. Nosotras tenemos que empezar de más abajo y luchar más, entonces somos mucho más fuertes, pero de que se están logrando cambios, sí, comparado con los tiempos en los que empecé, con 18 años. Nadie hablaba de feminismo en Chile y cuando yo empecé a usar esa palabra mi mamá me dijo: “¡Ay, mijita! Yo entiendo esta lucha por la justicia, pero hágalo todo discretamente, que no se entere nadie”. Muchos años más tarde, hablando de la vida, le dije: “Mamá, tú siempre me decías que iba a recibir mucha agresión y que iba a pagar un precio muy alto, pero el que pagué es súper barato tomando en cuenta todo lo que se ha conseguido”.

De todas tus novelas, ¿cuál es la que más te ha marcado?
La que ha tenido más resonancia fue la primera, La casa de los espíritus, porque ha estado más tiempo entre el público. Pero la que más respuesta ha tenido por parte de los lectores es Paula, supongo que más que el libro, es de lo que se trata [la muerte de su hija, que dio nombre al libro].

Te leemos a ti, pero ¿qué es lo que lee actualmente Isabel Allende?
Leo ficción, sobre todo en inglés, y escucho muchos audiolibros. Siempre los tengo en el auto, y en ocasiones me paro y me quedo estacionada en un lado para alcanzar a terminar un capítulo. Tengo en el teléfono el último libro de Luís Alberto Urrea, un mexicano que escribe en inglés y vive en EE.UU., llamado The House of the Broken Angels.

¿Con qué pecado capital te perderías?
Yo creo que la lujuria y la gula son los únicos que se salvan, los únicos que valen la pena, los demás son pura pérdida.

¿Qué es lo que más te gusta comer o en dónde?
Lo que más me gusta es yogur cuando desayuno con Roger. Nos hacemos un bowl grande con fruta y lo repartimos entre los dos. Antes te habría dicho que foie gras o caviar, pero con la vejez… yogur.

¿Le pones atención a la moda, a las marcas?
Ni a las modas ni a las marcas, pero sí a la ropa y a cómo me veo. Tengo un estilo particular, lo mantengo y no me salgo de ahí.

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Isabel con su madre, con quien vivió en Perú, Chile y Venezuela.

¿Te casaste en julio?
Sí, fui con una amiga a Saks y a Neiman Marcus a probarme vestidos ¡y me veía espantosa con todo lo que me probé! No era yo, era otra persona, así que decidí casarme con algo que tenía y ya. Pensé que casarme de blanco sería ridículo, de blanco parezco refrigerador.

Entonces nada de modas...
Lo que más me cuesta comprar es calzado porque me gustan los zapatos lindos, pero no me quedan bien porque tengo que caminar. Antes andaba con tacones altísimos para verme muy alta, ahora ya no, porque de todos modos todo el mundo es mucho más alto que yo [risas]. Si tienes ocho años ¡eres más alto que yo! Así que ya da lo mismo... aceptación total. En la casa, cuando llega Roger del trabajo, lo espero en el primer peldaño de la escalera para poder darle un beso en la cara por que, si no, ¡se lo doy en el esternón!

Has estado en México en numerosas ocasiones, ¿qué es lo que más te disgusta y te gusta de nuestro país?
La gente, sin duda alguna. Tengo amigos mexicanos adorables, como no hay en otras partes de hospitalarios, de generosos, de divertidos, fantásticos y parranderos. Vas a un restaurante, abres el menú y tiene 36 páginas y toda la comida es deliciosa. Me encanta México. Lo que me disgusta es lo mismo que me desespera de tantos países latinoamericanos: el clasismo y el racismo.

¿Tu placer culpable en México?
Creo que comprar artesanía, “pueblear”. Cuando iba a México con mi mamá recorríamos todos los mercados y volvíamos con “cajones de manos”, como decía mi mamá, llenos de artesanías. Fuera de México a veces chocaba porque son de colores muy vivos, con flores gigantes.

¿Te veremos jubilada, en un retiro tranquilo o hay más historias por escribir?
Tengo muchas historias que contar y lo haré hasta que me dé la mente, por lo menos ésa es la idea. En mi profesión, la gente no se jubila, escribe mientras puede. Vamos a ver hasta dónde llega el futuro marido.

¿Nos puedes adelantar tu próxima aventura literaria?
Empiezo todos mis libros el 8 de enero. Si uno no tiene disciplina para esto, siempre hay otra cosa que hacer, puedes estar promoviendo el libro, de viaje... siempre hay algo. Entonces espero el próximo 8 de enero tener ya algo en la cabeza para empezar, pero no sé qué es todavía.

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