Según revela Harry, todo comenzó cuando su sobrina Charlotte -hija de William y Kate- vio su vestido y se echó a llorar tras probárselo porque era "demasiado grande, largo y holgado".
La mamá de la pequeña le envió entonces un mensaje a la novia explicándole lo ocurrido, y al parecer no fueron capaces de ponerse de acuerdo para encontrar una solución. Meghan le pidió que llevara a Charlotte al palacio de Kensington, donde estaba esperando el diseñador encargado de coser todos los vestidos, para que lo alteraran, pero Kate insistía en que se hicieran de nuevo desde cero a pesar de que quedaban solo cuatro días para el enlace.

Para aumentar aún más las tensiones, en aquel momento la duquesa de Sussex estaba lidiando con el escándalo sobre su papá Thomas Markle, que había sido sorprendido pactando posados para los paparazzi.
Al parecer, Kate no mostró ninguna empatía hacia la situación que estaba atravesando Meghan, y cuando Harry llegó a casa, se encontró a su prometida sollozando en el suelo tras intercambiar mensajes de texto muy tensos con la esposa de William.