Mazatlán, un mar de historias: entre bienestar, lujo, sabor y tradición

Vista al malecón, una meditación inesperada y una cena con sorpresa

La llegada desde el aeropuerto fue rápida. En menos de media hora ya estábamos instalados en Casa Lucila, un hotel boutique frente al mar que tiene algo muy especial: su vista. Desde las habitaciones se puede ver todo el malecón y el Pacífico en todo su esplendor. Es uno de esos lugares donde podrías quedarte horas simplemente viendo cómo baja el sol. El diseño es sobrio, elegante, sin pretensiones, y se siente muy tranquilo. Ideal para desconectar.

La primera comida fue en Embarcadero Playa Norte, dentro del Holiday Inn Express. Desde el inicio quedó claro que aquí no se quedan en lo típico. Aunque la base de la carta son los mariscos —como es de esperarse en Mazatlán—, su cocina apuesta por la mezcla y por romper moldes. Usan ingredientes poco comunes en este tipo de comida, como el chicharrón estilo norteño en un mix de mariscos que sorprende por lo bien que funciona. No solo no le tienen miedo a fusionar estilos: lo hacen con mucho sabor y creatividad.

Y los drinks… ese carajillo de suave (sí, como el dulce típico de Mazatlán, hecho de bombón con sabores) fue el favorito del grupo. Una delicia que mezcla tradición con un twist moderno. Ideal para cerrar una comida diferente, rica y muy bien pensada.

Por la tarde, visitamos el Hotel Pueblo Bonito Emerald Bay, en la zona nueva. Este resort tiene categoría diamante —una distinción que solo dos hoteles en Mazatlán poseen— y se nota en cada detalle. Pero lo más interesante es que, a pesar de ser un hotel de súper lujo, su arquitectura busca recuperar y enaltecer la esencia del viejo Mazatlán: arcos, columnas, colores y espacios que evocan al puerto de principios de siglo. Es un lugar que te conecta con esa imagen clásica del puerto, pero sin renunciar al confort: albercas, jardines impecables, un spa de primer nivel y gastronomía de alto nivel.

Ahí tuvimos una clase de meditación que —siendo muy honesto— no esperaba disfrutar tanto. Pero entre la comodidad del spa y la tranquilidad del entorno, terminó siendo uno de esos momentos que te sacan por completo del ritmo de ciudad.

La cena también fue ahí, en Emerald Bay. Buen servicio, platillos bien ejecutados y ese ambiente de comodidad que caracteriza al hotel. ¿Lo mejor? La zona que tienen para eventos especiales, como bodas, que nos regaló uno de los atardeceres más espectaculares que se puedan ver. Una buena manera de terminar el primer día: entre comodidad, mar y una sensación de que lo mejor todavía estaba por venir.

Un día de playa, temazcal y sabores a pie del mar

Después del desayuno en Casa Lucila, nos trasladamos al Club de Playa Shekinah, un lugar que está pensado para pasar el día entero sin preocuparte por nada. Aquí pagas una cuota por el day pass y puedes usar todas las instalaciones: camastros con vista directa al mar, albercas (incluyendo una especial para niños), áreas VIP privadas, zonas de sombra, baños impecables, un restaurante completo y hasta un pequeño cenote. Todo está diseñado para disfrutar sin prisa, especialmente en familia.

Además de ser un lugar cómodo y bonito, Shekinah también ofrece un enfoque muy interesante hacia el bienestar. En la zona del cenote tienen espacios para meditar, practicar yoga, hacer terapia con sonidos o simplemente respirar profundo y desconectarte del ruido. Es un ambiente que te invita a bajar el ritmo.

Ahí mismo hicimos una sesión de temazcal, que es, sin duda, una experiencia potente. Y vale la pena aclararlo: no es para todo el mundo. El ritual se realiza en un espacio cerrado, con poca altura, en completa oscuridad y a temperaturas muy altas. Hay que entrar con la mente abierta y con disposición a seguir las indicaciones de quien guía la sesión, porque no es solo sudar: es soltar, agradecer, conectar contigo mismo, con tus pensamientos y hasta con tus ancestros, si lo ves desde esa perspectiva.

Después del temazcal, la recompensa fue una buena comida en el restaurante del club. Probamos desde un club sándwich hasta una trilogía de camarones que mezclaba diferentes estilos con muy buen balance. Los tacos gobernador no podían faltar, y el pulpo a las brasas fue, sin duda, uno de los mejores del viaje.

Por la tarde, visitamos el Pueblo Bonito Vantage, una nueva propiedad boutique ubicada en un edificio histórico de 1860 en el Centro Histórico. Con menos de seis meses desde su apertura, esta joya de lujo se ha convertido en una de las más interesantes del destino. El edificio está protegido por el INAH, por lo que fue restaurado con máximo cuidado. Cada detalle, desde los jardines hasta los interiores, está pensado para combinar historia y modernidad. Hay una habitación con regadera al aire libre desde donde puedes ver las estrellas. Un espacio que invita a quedarse.

La cena fue en Casa 46, un restaurante ubicado en pleno corazón del Centro Histórico. Mazatlán no solo es playa: también tiene un centro histórico vivo, lleno de arquitectura y espacios que se sienten más propios de un pueblo mágico que de una ciudad costera. Esa mezcla es parte de su encanto.

El lugar conserva sus pisos originales, sus escaleras de madera y esa atmósfera de casona con historia. En una de sus salas hay una exposición dedicada al carnaval de Mazatlán, con retratos de reinas, máscaras originales y detalles que te conectan con la memoria del puerto.

El menú comenzó con una ensalada de la huerta con aderezo de miel de agave, requesón, pepitas caramelizadas, amaranto y helado de aguacate. Le siguió una crema de tomates rostizados con queso de cabra y pesto de menta. Los platos fuertes fueron un filete de huachinango sobre tortilla tatemada con potaje de lenteja y mole negro, y una lasca de filete rostizado con salsa de manzana verde y tuétano. El postre: marquesita yucateca con parmesano, coco tostado y dulce de leche. Todo sobresaliente.

Entre lujo familiar, spa de otro nivel y un campo de golf desafiante

El tercer día lo dedicamos al Dreams Estrella del Mar Golf & Spa Resort, un complejo enorme que tiene todo para pasar unas vacaciones sin salir del lugar. Desde el desayuno buffet hasta la última actividad, el hotel está diseñado para que cada quien encuentre su ritmo.

Recorrimos varias habitaciones, pero la suite presidencial fue la estrella: jacuzzi exterior con vista al mar, tina al interior del baño, espacio generoso y una atmósfera de exclusividad total. Es lujo puro. Lo interesante es que el resort está pensado para toda la familia. Además del club infantil, tienen un club para adolescentes con videojuegos, computadoras e instrumentos musicales. Es un plus que pocas veces se ve tan bien resuelto.

Probamos varios de sus restaurantes de especialidad. El de cocina de mar fue mi favorito: ceviches, aguachiles, tacos de camarón… todo fresco y bien ejecutado.

Pero el verdadero tesoro del resort es su spa. Es uno de los más completos que he visto en México: enorme, con salas de tratamiento, baño turco, baño vichy, circuito de hidroterapia, vapor y zonas exteriores con agua salada. Si buscas relajarte o cuidar tu salud, este spa es una experiencia aparte.

Y si lo tuyo es el golf, también estás cubierto. El campo tiene un diseño retador por el clima y las corrientes de aire, ideal para quienes disfrutan los desafíos. Ahí tuvimos la oportunidad de platicar con Mireya Sosa, Secretaria de Turismo de Sinaloa y quien nos reafirmó la intención de enviar un mensaje al mundo con todas los atractivos de Mazatlán:

"Me han dicho que Mazatlán a veces lo conocemos nada más por el destino de sol, playa y banda. Que sí somos sol, playa y banda, pero también somos mucho más que eso. Somos el único destino sol y playa con centro histórico en el país, que además cada vez estamos diversificando más con mayores atractivos turísticos, desde el acuario hasta la tirolesa, que está sobre el faro natural más alto del mundo, donde llegas al observatorio construido en 1873.

La verdad es que hay mucho que descubrir. Invitamos a todas y todos a que se vengan. Tenemos una increíble oferta hotelera, con más de 14,000 habitaciones en el puerto de Mazatlán. Gran inversión turística y muchos hoteles en construcción. Más del 45 % de inversión del estado de Sinaloa es de Mazatlán y arriba entre 35% es precisamente en el sector turístico, así que pues muy contentos invitamos a todas y a todos a que vengan a vivir a Mazatlán", nos contó Mireya Sosa, Secretaria de Turismo de Mazatlán.

Cultura que se cuida y una cena que se queda contigo

Cerramos el día con una visita al Teatro Ángela Peralta, en el corazón del Centro Histórico. Aunque está en remodelación, nos dieron una visita personalizada que lo hizo especial. Abandonado tras un huracán en el siglo pasado, el teatro fue expropiado por el gobierno y restaurado gracias a la lucha del pueblo. Lleva el nombre de la diva mexicana que iba a cantar ahí pero murió antes de presentarse. Hoy es un espacio vivo, con licenciaturas, talleres de música y una energía cultural impresionante.

La cena final fue en Héctor’s Bistro, un restaurante pequeño e íntimo con comida de influencias europeas. Ideal para cerrar el viaje. Luces bajas, un sommelier que realmente te escucha y recomienda, y platos que nos sorprendieron a todos. Los ravioles de lengua de res fueron una maravilla. Los postres, espectaculares. La estrella es definitivamente el Sticky Toffee. Y los carajillos, de los mejores del viaje.

Un cierre perfecto para un viaje que confirmó lo que dice el nuevo lema de Mazatlán: este puerto es, en efecto, un mar de historias.