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La reflexión de una psicóloga: “siendo” más que “haciendo”

Nelly Glatt, psicoterapeuta, con especialidad en tanatología y violencia intrafamiliar hace una reflexión sobre las mujeres en la actualidad y los paradigmas que esclavizan más de lo que liberan.
mar 28 julio 2020 05:10 PM
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"Siendo" más que "haciendo", una reflexión de Nelly Glatt

Escribo estas líneas con gran preocupación y desde una actitud que pretende empatizar con mujeres sometidas. Actualmente el sometimiento es distinto pero no menos esclavizante. Me pregunto si algunas jóvenes mujeres de la actualidad, están siendo sometidas a nuevos paradigmas, a determinados mandatos que las están esclavizando más que liberando.

Durante muchos años, valientes y visionarias mujeres lucharon por alcanzar igualdad y justicia. Debemos mucha gratitud a aquellas que iniciaron esa difícil travesía, aquellas que pensaron y soñaron con un mundo más equitativo y es definitivamente gracias a ellas que hemos avanzado tanto y que lo seguimos haciendo. Sin embargo, no puedo dejar de preguntarme qué nos ha pasado cuando veo a mujeres y madres jóvenes inteligentes, muy preparadas y se ha distorsionado el concepto de la igualdad, transformándolo en una especie de “feminismo machista”.

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Me resulta fundamental hacer la distinción entre igualdad y equidad. La equidad es, sin duda, a lo que una sociedad sana y equilibrada debe aspirar. La equidad permite a cada miembro de una sociedad desempeñar el rol que corresponde a su etapa de ciclo vital, al acuerdo establecido en la familia y en pareja, a las circunstancias de vida pero sin que ello le quite a ninguno sus derechos y sin que ningún rol esté por debajo de otros.

Equidad es igualdad pero en la diferencia. Si bien buscábamos justicia y eso fue, es y seguirá siendo legítimo, algo nos sucedió que nos perdimos en el camino, nos confundimos y hoy sigue sin haber tal equidad ni justicia. Hoy la jornada para las mujeres es doble y a veces es triple pues nos autopresionamos para cumplir en todos los ámbitos y además de forma simultánea. Pretendemos, más que nunca, ser todopoderosas, queremos hacer todo y de todo y en muchas ocasiones el resultado es un gran vacío, una desgarradora desesperanza y mucha soledad. Nos hemos atrapado en nuestras propias redes, caímos en nuestra propia trampa.

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La reflexión de una psicóloga: “siendo” más que “haciendo”

Tengo que aclarar que no es lo mismo ganar derechos que querer abarcar todo. En un sin fin de ocasiones veo mujeres desprendiéndose de sí mismas, modificando sus propios gustos, placeres y hasta valores para aparentar fuerza y dominio con tal de no caer en una supuesta sumisión, la diferencia es que ahora están cayendo en la sumisión de paradigmas y estructuras auto impuestas. Con frecuencia, observo que muchas están tomando lo más negativo del machismo para introducirlo en sus vidas y en sus relaciones. Veo mujeres que en su afán por “igualarse” con los varones, ostentan comportamientos que debieran ser inadmisibles para ambos sexos. Son conductas que han sido ejercidas por hombres a través de la historia y que han sido causa de dinámicas de violencia, de abusos de poder, de falta de sensibilidad y empatía, de incomprensión entre ambos sexos y ahora son comportamientos que también ejercen muchas mujeres que se denominan “liberadas”.

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Es contundentemente cierto que tenemos derecho a los mismos privilegios, sueldos igualitarios, etc., pero, ¿por qué y para qué tendríamos que comportarnos como lo haría un “macho”?. En verdad, ¿creemos que haciendo esto conseguimos la igualdad? No es así y me lo comprueba la angustia, la soledad y el vacío de mujeres que aparentan tenerlo todo, sin embargo, mirando en su interior y siendo honestas, se confiesan profundamente infelices, se sienten insatisfechas y frustradas, pues están incumpliendo en las diferentes áreas de su vida. Me cuestiono cómo estarán los que hoy son niños o jóvenes, al lado de aquellas madres que se avergüenzan de ser “solamente” mamás y dejan a cargo de alguien la educación y transmisión de valores de sus hijos, estas mujeres que lo quieren todo y además todo al mismo tiempo, sin querer esperar, ni respetar ciertos ritmos naturales pues creen que el tiempo se les agota.

Es alarmante la peligrosa combinación que tenemos: tecnología sin valores, ciencia sin conciencia, títulos y maestrías pero con analfabetas emocionales. ¿No será que la formación de los niños y el establecimiento de una sana dinámica familiar debería ser una decisión que una pareja debe tomar en conjunto, respetando tanto al que se queda al cuidado del hogar, como al que se encarga de la manutención de la familia, sin jerarquías ni recriminaciones? Observo un grado preocupante de egoísmo donde la palabra “YO” va siempre en primer lugar, donde ya no hay espacio para un ”TÚ” y menos para un “NOSOTROS” como familia.

Por favor, no me mal entiendan, soy una mujer con estudios, que trabaja, que lleva las riendas de su propia vida, yo celebro y respeto mi femineidad, mis decisiones, elecciones y acuerdos y si tuviera que renunciar a un rol temporalmente no por esto sentiría estar fallando, me gusta poder elegir el rol de mujer profesionista o madre o cuidadora, todos son roles que valoro, honro y ejerzo orgullosamente. Somos libres para elegir el estilo de vida que deseamos tener pero si decidimos asumir el rol de madre, por supuesto, sin olvidarnos de nosotras mismas, entonces debemos buscar una mejor manera para transitar ese camino para no terminar resentidas con nuestras propias elecciones intentando, desesperadamente, hacerlo todo y como resultado hacerlo a medias.

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Invito a las mujeres a no renunciar a sus derechos, a seguir persiguiendo sus sueños pero asumiendo sus propias elecciones y no desde el feminismo a ultranza que tanto se asemeja al machismo. Busquemos el equilibrio, la cooperación y no la competencia entre hombres y mujeres, la armonía en lugar del enfrentamiento, enseñemos a nuestros hijos y nietos que personas de ambos sexos somos dignos de respeto pero principalmente de autorespeto. Tratémonos con autocuidado, tenemos el derecho pero también la obligación de vivir con orgullo y en plenitud, en paz y con dignidad siendo quienes elegimos ser y no sólo pretendiendo ser. “Siendo” más que “haciendo”.

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