Alguna vez escuché a un gran maestro, el Dr. Purna Steinitz, decir: “En la vida todos tenemos un área de preocupación y un área de influencia, ambas son importantes; sin embargo, si tu único interés es dar una buena imagen y “parecer” una buena persona, dedícate al área de preocupación, es decir a aquellos problemas que aquejan a la humanidad pero en los cuales tú puedes contribuir realmente muy poco, esto te dará oportunidad de estar en debates y en mesas redondas, a tener una postura de persona culta e informada. Pero si lo que quieres es verdaderamente lograr cambios, dedícate a tu área de influencia, allí donde tu apoyo, tu ejemplo y tu participación verdaderamente van a influir en otros y desde allí, como en círculos concéntricos, se irá difundiendo hacia distintas direcciones.”

Hoy, después de muchos años recuerdo esas palabras pues en medio de esta crisis creo podemos aplicarlas. Todos tenemos un círculo cercano de influencia: yo mismo/a, mi pareja, mi familia, mi colonia, mi ciudad y así sucesivamente, pero siempre de dentro hacia afuera .
Utilizando la metáfora del cuento me pregunto: "¿Qué me dice esta crisis de mí mismo?", "¿En qué me cuestiona?", "¿Cómo me veo en este gran espejo?", "¿Me gusta lo que veo?".
Haciendo un análisis honesto y poniéndolo en el contexto de lo que estamos viviendo, cada uno de nosotros podemos descubrir fortalezas y debilidades que no sabíamos de nosotros mismos, y solo desde allí lograremos pequeños grandes cambios que afectarán para bien a nuestro mundo interno y, por ende, al mundo externo.