Manuel Alejandro; el compositor que ha marcado a generaciones
En entrevista para Quién, el autor de clásicos para Rocío Jurado, José José, Julio Iglesias, Luis Miguel y Emmanuel, entre muchos otros, reflexiona sobre la creación, la inspiración, la vida, México y su próximo recital en el país que considera su segundo hogar.
Con ironía, afirma: “Soy el compositor más grande… porque Manzanero era más bajito”. Una broma que rompe el hielo y abre paso a una conversación que se mueve entre la nostalgia, el ingenio y la lucidez.
Mientras prepara el guion de su próximo recital en México, reflexiona sobre su vida. Dice que estos años no han sido “cien años de soledad”, sino cien años de amor, de encuentros, desencuentros y pasiones que han dado forma a su obra. Para él, la esencia del amor permanece intacta pese al paso del tiempo: “La manera en que una mujer cierra los ojos cuando ama… esa no ha cambiado”.
Sobre su proceso creativo, insiste en que la inspiración no es algo que pueda explicarse. “Si supiera de dónde viene, tendría cuarenta mil canciones”, comenta.
Para él, una balada nace de un todo: la sensibilidad, la manera de vivir, pensar y sentir.Defiende también la intimidad del proceso creativo.
“Las canciones de amor no pueden escribirse entre cinco personas”, señala. Y recuerda Amores a solas, una canción para Rocío Jurado que aborda la masturbación femenina: “Eso no se escribe delante de nadie”, bromea.
El arte de escribir a la medida de cada artista
Manuel Alejandro compone desde la observación profunda. Antes de escribir para un artista, convive con él: cena, escucha, analiza gestos y silencios. Esa cercanía le permite crear canciones que encajan con la identidad del intérprete.
Pasó una semana con Luis Miguel en Acapulco, observando su forma de relacionarse. A Emmanuel lo define como “el más pícaro de todos”, y admite que a veces hace caricaturas musicales de los artistas sin que nadie lo note. Para él, el público debe sentir que lo que el cantante interpreta le pertenece realmente.
"Yo siempre antes de escribirle pido unos días de asueto total de hablar y de estar y de vivir con el cantante o la cantante. Y eso me ha dado muy buen resultado con lo que veo, porque no es lo mismo escribir... Yo creo que el cantante, que es el que está diciendo las cosas directamente al público, de él debe empezar la gente, que lo que le pasa a él es eso que está cantando", cuenta.
Yo, por ejemplo, a José José le escribí muchas canciones (6:38) de dificultad y enamor, (6:41) de cómo era cantar lo que él quería, etc., etc. Porque era como un pobrecito en el amor, cuando era el rey del amor. Y por eso llegó a donde llegó", confiesa.
Totalmente, totalmente, totalmente. Yo hablo con ellos y ceno con ellos, y voy a un restaurante y los veo, su manera de saber. Yo recuerdo, por ejemplo, con Luis Miguel en Acapulco, estuve con él viviendo una semana, por ahí. Suficiente, ¿no? Veía sus reacciones y su manera de vivir, cómo se portaba con los amigos, etc., etc. Y le hacía canciones muy a la medida", recuerda.
México, un hogar emocional
Pocas cosas lo conmueven tanto como México. Describe a los mexicanos como poseedores de “corazones enormes”, y explica que desde 1966 conserva sarapes, recuerdos y amistades entrañables del país. Tres banderas lo acompañan siempre: México, España y Jerez. Su esposa preparaba taquizas memorables en su casa de España; eran días de fiesta familiar. Y él guarda en la memoria un pequeño local en la calle Londres donde probó algunos de los mejores tacos de su vida.
Considera a México parte esencial de su identidad afectiva y musical: un país donde sus canciones encontraron un eco profundo y duradero.