En punto de las 21:00 horas, las luces del Pepsi Center se apagaron para iniciar la velada con una petición inusual: antes de que apareciera en el escenario, Steven Wilson solicitó al público que dejara los celulares guardados: sin fotos, sin videos, para permitir que todos vivieran el momento en lugar de grabarlo.
Un gesto hoy poco común, que fue respetado por casi todos los asistentes y que cambió radicalmente la experiencia, pues en lugar de luz de pantallas, lo que predominaba era la oscuridad interrumpida solo por el espectáculo en escena.
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Steven Wilson: Un viaje cósmico de rock progresivo
Con el recinto lleno, Wilson inició su set con “Objects Outlive Us” y “The Overview”, marcando un bloque inicial muy cautivador. La música construyó atmósferas espaciales mientras los visuales transportaban al público a paisajes estelares.
Más tarde, “King Ghost” devolvió la sensación a lo terrenal, con estructuras arquitectónicas y escenas urbanas que contrastaban con la inmensidad del cosmos proyectado.
“Quiero hacerles una pregunta, ¿Hay alguien aquí que haya venido por error? ¿Entienden lo que quiero decir? Hablo de esposas, novias, mejores amigos, nietos, abuelos, tías, tíos, gente que ha venido al show y que no tiene ni idea de lo que viene a ver. Aqui hay algunas que llegaron por error, pero lo que quiero decir es que estas personas probablemente estén pensando: ‘Bueno, ya llevo aquí una hora y media y he escuchado cuatro canciones’. No soy muy bueno con las canciones cortas, siempre preferí los largometrajes a los dibujos animados”, dijo el músico con humor.
Steven Wilson(LILIANA ESTRADA)
El espectáculo no evitó momentos de intensidad emocional: “Home Invasion” mostró guiños al rock industrial, evocando influencias profundas como Pink Floyd, mientras que en “What Life Brings” asumió una apuesta más breve, casi pop, que rompió con la norma progresiva de sus bloques largos.
Hacia el final, clásicos como “Dislocated Day”, “Pariah”, “Luminol” y “The Raven That Refused to Sing” sellaron un set extenso de poco más de dos horas, dejando claro que este no es solo un concierto, sino un verdadero viaje sonoro.
Steven Wilson(LILIANA ESTRADA)
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Lo que hizo especial la noche fue, en primer lugar, la petición de Steven Wilson de no grabar ni tomar fotos durante el concierto, una decisión que el público respetó casi por completo y que transformó el ambiente en uno mucho más íntimo y presente.
Sin la distracción de las pantallas, la atención se centró por completo en la música y el despliegue visual cuidadosamente diseñado para acompañarla. Además, Wilson logró equilibrar con maestría su nuevo material con canciones emblemáticas de Porcupine Tree, lo que conectó tanto con sus seguidores más recientes como con los fans de antaño.
El show visual fue otro punto alto: proyecciones espaciales, paisajes urbanos y un diseño de luces que acompañaron cada cambio de atmósfera sin opacar la música. Aunque el inicio fue más contemplativo que explosivo, esa decisión narrativa permitió que las piezas se desarrollaran con la calma y profundidad necesarias para dejar una huella emocional.
Fue una noche en la que cada elemento; música, visuales y silencio de dispositivos, se alineó para ofrecer una experiencia que no se ve todos los días.