La actriz Anna Kendrick acaba de revelar que en su momento tomó una decisión de la que cada vez se habla más abiertamente: recurrir a técnicas de criopreservación de la fertilidad para maximizar sus posibilidades de convertirse en mamá en un futuro.
En lugar de congelar únicamente sus óvulos, ella optó por fecundarlos con el semen de quien era entonces su pareja. Y ahí comenzó el problema, porque ese mismo hombre -cuya identidad no quiere revelar- sacó a relucir con el tiempo una personalidad tóxica.