La intérprete ha asegurado ahora que ella estaba por la labor de conocer gente nueva y disfrutar de alguna que otra cita sin ataduras, pero lo cierto es que se resistía a llevar ciertas interacciones a un nuevo nivel por su miedo a que su potencial interés amoroso acabara traicionándola.

La estrella de la música es más que consciente de su fama planetaria y, asimismo, de cómo funcionan determinadas revistas del corazón y los tabloides más sensacionalistas de su Reino Unido natal, sin olvidar el acoso de los paparazzi.
Por eso, a Adele le aterraba la perspectiva de que aquellos que acabaran conociendo algunas de sus intimidades pudieran lucrarse luego con una jugosa exclusiva.
Afortunadamente, todos aquellos que tuvieron la suerte de descubrir a la Adele más transparente y espontánea se comportaron con total lealtad. "Todo el mundo es alguien o todo el mundo quiere ser alguien. La verdad es que yo he tenido mucha suerte de que nadie haya vendido ninguna historia sobre mí. Sentía que esa posibilidad era muy real y me limitó mucho", confesó la artista británica en conversación con la revista Rolling Stone.