Dejar en claro que no se trata de una película del narco, ni de sus capos, ni de sus rivalidades. Esta historia toma como pu8nto de partida un siniestro relacionado con el tráfico de la droga para, a partir de ello, hablar de la vulnerabilidad de los seres humanos.
La premisa es que a mediados de la década de los años 80, una avioneta cargada de cocaína que tenía como destino Miami, debe cambiar el rumbo y se desploma en medio del pueblo dejando regados por todos lados paquetes del polvo blanco. El Chato, personaje principal interpretado por Yazpik, se ve obligado a regresar a sus orígenes para recuperar la mercancía y salvar su pellejo y, prácticamente, la vida de su familia y el resto de los habitantes.

El guión, firmado por Yazpik y por el dramaturgo Alejandro Ricaño, conjunta un humor alejado del pastelazo o la risa fácil, para instalarse en las situaciones y las relaciones cotidianas de este pueblo que encarna la inocencia y la ingenuidad. Es el regreso del hijo pródigo. Otro de los grandes aciertos de la cinta es la configuración del grupo de actores. Encabezados por el propio Yazpik, este elenco entrega personajes entrañables que si bien están delineados ligeramente desde la caricatura, nunca resultan ofensivos o forzados.