Bajo la lupa paparazzi ante visita de Guillermo y Catalina
A trece años de que la muerte de la princesa Diana desatara la furia internacional contra los fotógrafos que la perseguían por las calles de París, las autoridades están en alerta roja por la visita de su hijo al paraíso de los paparazzi en el sur de California.
El príncipe Guillermo y su esposa Catalina llegarán el viernes a un estado que, en los años desde la muerte de Diana, ha aprobado tres leyes con el fin de reducir los abusos de los paparazzi. El cambio más reciente, inspirado en parte por las experiencias de Jennifer Aniston, eleva las penas contra los paparazzi que conducen de manera agresiva de meras infracciones a delitos menores que conllevan hasta seis meses en prisión y una multa de 2 mil 500 dólares.
Los recién casados están entre las celebridades más buscadas del mundo, y funcionarios de seguridad que deseaban una oportunidad para probar las nuevas leyes, piensan que la obtendrán cuando una tormenta perfecta de fotógrafos británicos y de Los Ángeles compitan por fotos de la pareja real.
"Queremos asegurar que todo el mundo tenga un viaje seguro," dijo el sargento policial de Los Angeles Mitzi Fierro. Agregó que eso vale tanto para el público como para la pareja real fuertemente resguardada.
A partir del viernes por la mañana, la policía tiene previsto cerrar la calle en frente de la casa del cónsul general británico en Hancock Park, donde la pareja se hospedará durante su visita del fin de semana. Las autoridades han instalado carteles de "prohibida la entrada" en las propiedades colindantes para impedir que entre la gente a mirar o tomar fotos.
"Si alguien se comporta de manera inapropiada... tomaremos cualquier medida legal que podamos para hacer valer las leyes", advirtió Fierro.
Los duques de Cambridge se encontraban en los Territorios del Noroeste de Canadá, donde sedujeron a las multitudes a las que se dirigieron en francés, inglés y algunas palabras en dos lenguas tribales.
Guillermo habló brevemente durante la ceremonia de bienvenida el martes en Yellowknife, la capital de los territorios, y concluyó diciendo "gracias" en las lenguas aborígenes dene e inuvialuktun, lo que provocó fuertes aplausos.