En medio de la recepción oficial al presidente Emmanuel Macron y su esposa Brigitte en el castillo de Windsor , hubo algo que robó más atención que los discursos o los saludos reales: el ojo visiblemente enrojecido del rey Carlos III.
Crece la inquietud por la salud del rey Carlos tras aparecer con el ojo rojo

Crece la inquietud por la salud del rey Carlos tras aparecer con el ojo rojo
Mientras el monarca caminaba junto a los Macron con su habitual serenidad, las cámaras captaron un detalle inquietante: su ojo derecho lucía rojo e inflamado, como si acabara de pasar una noche difícil.
Las redes sociales no tardaron en especular sobre el estado de salud del monarca de 76 años, quien desde 2024 enfrenta un tratamiento contra el cáncer.

Fuentes oficiales explicaron que la lesión apareció “durante la noche anterior” y, según especialistas médicos, esta afección suele desaparecer sola en una o dos semanas sin requerir tratamiento. La causa probable: un estornudo, tos intensa o incluso un esfuerzo menor.
A pesar del ojo enrojecido, el monarca de 76 años continuó su agenda sin contratiempos. Carlos III presidió la bienvenida, participó en la procesión en carruaje, el almuerzo en el State Dining Room y asistió al banquete real previsto para la noche, cumpliendo con el protocolo académico y los actos diplomáticos previstos.

El rey Carlos enfrenta su diagnóstico de cáncer
Desde que el Palacio anunció en febrero de 2024 que el rey había sido diagnosticado con un tipo de cáncer, cuya naturaleza no ha sido revelada, Carlos III ha manejado la situación con una mezcla de discreción.
Lejos de esconderse o dramatizar, continuó con sus deberes públicos en la medida de lo posible, demostrando que la corona no se detiene, ni siquiera ante una enfermedad tan desafiante.

En sus pocas declaraciones al respecto, el monarca ha dejado entrever una filosofía muy clara: "se controla y se sigue". Y así lo ha hecho. Aunque ha reducido algunas apariciones, ha seguido siendo el rostro visible de la monarquía, asistiendo a eventos clave y mostrando que, incluso en tiempos difíciles, el deber real se mantiene firme.