En una noche donde la alta gastronomía y los viejos amigos se dieron la mano, Ambre presentó al chef Willy Monroy, el primer mexicano en obtener una estrella Michelin en Japón, en una experiencia privada en Maison Omakase, el exclusivo espacio del chef Edo López.
Además del menú de diez, esta velada reunió a invitados especiales para celebrar homenaje al talento culinario mexicano que brilla en el escenario internacional.
Originario de Colima, Willy Monroy comenzó su carrera en una tortillería cerca de su casa, donde empezó como asistente y poco a poco fue aprendiendo los secretos de la cocina mexicana. A los 19 años, tuvo la oportunidad de trabajar en Canadá, donde conoció a varios chefs japoneses que más tarde lo invitaron a trabajar en Japón. Hoy, Monroy es el responsable de La Milpa, un restaurante ubicado en Osaka que ha hecho historia al convertirse en el primer lugar de cocina mexicana en obtener una estrella Michelin en Japón, uno de los máximos reconocimientos en el mundo gastronómico.
Por otro lado, esta experiencia fue posible gracias a la hospitalidad de Edo López, también conocido como Edo Kobayashi, fundador y director del grupo Edo Kobayashi. Originario de Tijuana, Edo ha dedicado más de una década a honrar su herencia nipona a través de una cuidada selección de restaurantes japoneses en México. Maison Omakase, su espacio privado y exclusivo, fue el escenario perfecto para esta cena íntima, diseñada especialmente para experiencias omakase personalizadas como la que ofreció el chef Willy Monroy.
La historia de Willy y Edo convergieron en una noche que celebró lo mejor de la gastronomía y el talento mexicano. En Maison Omakase, el chef Monroy presentó un menú excepcional que llevó a los invitados por un viaje culinario lleno de técnica, emoción y raíces mexicanas reinterpretadas con precisión japonesa. La velada reunió a un grupo petit comité con personalidades como Ximena Sariñana, Rulo David, Mario García Torre, Josemaria Torre, Juanpa Zurita, Maca Achaga y Andreia Morelli, quienes pudieron disfrutar de cada platillo mientras escuchaban de viva voz del chef las historias e inspiración detrás de su cocina.
El menú consistió de un tartar de atún con queso parmesano, palmitos acompañados de un dashi de pescado, seguidos por una tostada de callo curada en soya y sake. El desfile de frescura continuó con un trío de sashimis (atún, huachinango y salmón) y una selección de nigiris que incluyó cortes como akami, chutoro, toro, branzino, amaebi, king salmon, erizo y sierra. Cada bocado fue explicado por el propio chef, quien compartió con los invitados los ingredientes, técnicas y fusiones culturales detrás de cada creación.
