He decidido escribir este artículo porque cada vez me doy más y más cuenta que son muy pocas las personas que realmente se aceptan y aman a sí mismas. ¿Cuántas veces no te has cachado a ti misma criticando o peleándote con alguna parte de tu cuerpo? Ya sean tus muslos, tu abdomen, tus pompis o piernas, nunca estamos satisfechos y orgullosos de nuestro cuerpo.
Una vez que sientes falta de amor hacia tu cuerpo, inmediatamente, se manifiestan procesos bioquímicos que alteran el balance y el metabolismo, además de que se generan resultados opuestos a lo que estás buscando obtener.
Nuestro cuerpo está compuesto por un gran porcentaje de agua (de hecho, el 60-80% de nuestro cuerpo es agua). Aunque no lo creas, cada sentimiento negativo y de autocrítica se refleja en todas las moléculas de agua de tu cuerpo. Cuando los sentimientos y pensamientos que tienes hacia ti misma son amorosos y positivos, tus moléculas de agua toman una estructura cristalina (como si fueran copos de nieve armoniosos y hermosos). Sin embargo, cuando tus pensamientos son negativos y destructivos, estas mismas moléculas de agua cambian su estructura y se desfiguran por completo.
Por otro lado, todos los pensamientos de autocrítica y emociones negativas que sientes hacia tu persona generan un estado de estrés crónico en tu cuerpo, el cual afecta al metabolismo. Esto se debe a que cuando te sientes muy estresada, tu sistema digestivo se vuelve lento, el estado natural de sanación de tu cuerpo se interrumpe, se liberan hormonas como el cortisol y la adrenalina, por lo que como resultado, el cuerpo tiende a acumular grasa corporal más fácilmente.
QUE TE QUEDE CLARO: Cada vez que te criticas o juzgas estas desencadenando reacciones bioquímicas y metabólicas en tu cuerpo que te impiden BAJAR DE PESO.
Todos tus pensamientos, emociones, sentimientos y alimentos están conectados los unos a los otros y ejercen una fuerza que puede llevar a alcanzar tus metas o lejos de ellas. Es por esto que mis consultas de nutrición se encargan de verte como un ser que tiene un potencial infinito para crecer y florecer, así que desde esta perspectiva te quiero decir: ¡los cambios son de por vida!
Con cariño,
Mónica Hefferan