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Ingrid Betancourt vive divorcio de telenovela

En el proceso de separación se ha complicado por las amargas acusaciones que lo han convertido en un debate de dignidad.
vie 19 junio 2009 03:00 PM
En el proceso de separación se ha complicado por las amargas acusaciones que lo han convertido en un debate de dignidad.
Bet En el proceso de separación se ha complicado por las amargas acusaciones que lo han convertido en un debate de dignidad. (Foto: AP)

El proceso de separación legal de Íngrid Betancourt y Juan Carlos Lecompte "se ha convertido en un proceso de demandas y contrademandas" que ha dejado atrás la idea de un divorcio sencillo. Y es que, según se ha difundido, se argumentan como causales de la separación: infidelidad, ultrajes, presunto consumo de drogas e incumplimiento de los deberes conyugales.

La ex candidata presidencial al gobierno de Colombia y ex rehén de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) inició las gestiones del divorcio en marzo pasado bajo la justificación de "separación de cuerpos de hecho", 11 años después de que se uniera en matrimonio civil con Lecompte en la isla polinesia de Mourea (30 de enero de 1997), de que fuera liberada por el Ejército colombiano en la famosa Operación Jaque y de que decidiera cambiar su residencia a París.

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En lo que se ha convertido en una telenovela, se utilizaron diversos testimonios, como el vertido en el libro Fuera de cautiverio, escrito por los tres estadounidenses que fueron liberados junto con Betancourt -Marc Gonsalves, Thomas Howes y Keith Stansell-, donde relatan presuntas infidelidades de ella con el político Luis Eladio Pérez y del mismo Gonsalves.

El texto indica: “nunca vimos ni a Clara (Rojas) ni a Consuelo en ese tipo de comportamiento con algún otro secuestrado, ni tampoco las vimos dormir en las camas de otros hombres, como sí lo hicieron Lucho (Luis Eladio Pérez) e Ingrid (Betancourt) y Gloria (Polanco) y Jorge (Géchem)".

La revista colombiana Caras indica que, entonces, "Juan Carlos sintió que había sido expuesto a una humillación pública", sobre todo "después de ofrecer canjearse por su esposa, de tatuarse su rostro en un hombro, y de cargar con su figura por el país y el mundo", pues "lo único que recibió de ella tras su rescate fue ingratitud".

La contrademanda no se hizo esperar, Ingrid se quejó del "ultraje al derecho que ella tiene a su buen nombre" y acusó a Lecompte de haberle sido infiel con una periodista mexicana cuando ella estuvo secuestrada, de consumir sustancias alucinógenas y de asistir a una casa de masajes y servicios sexuales de Bogotá.

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