El despertar artístico de Filippo empezó en un lugar que parece inventado, Fábrica La Aurora, un centro de arte que alguna vez fue una fábrica textil y que, desde su reconversión hace más de dos décadas, se volvió un imán para artistas de todo el mundo.(Pablo Velasco)
Daniela Brugger
Filippo Giusti llegó a México hace siete años, específicamente a San Miguel de Allende, siguiendo a su prometida, Paulina Gerez.
Su despertar artístico empezó en un lugar que parece inventado, estamos hablando de Fábrica La Aurora, un centro de arte que alguna vez fue una fábrica textil y que, desde su reconversión hace más de dos décadas, se volvió un imán para artistas de todo el mundo.
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La increíble historia de Filippo Giusti en México
Ahí, caminando entre estudios abiertos, a Filippo Giusti le explotó la idea más anti-italiana que pudo haberse imaginado, vivir del arte es posible.
En Italia cargaba el viejo mantra de “pintor es igual a morirse de hambre”. En México vio lo contrario, y no porque se lo contaran, sino porque lo vio con sus propios ojos. Artistas que pagaban la universidad de sus hijos en España, que tenían casas, estudios y estabilidad económica. Uno de ellos fue quien le cambió el chip mirándolo directo a los ojos.
Ahí, caminando entre estudios abiertos, le explotó la idea más anti-italiana que pudo haberse imaginado, vivir del arte es posible. En Italia cargaba el viejo mantra de “pintor = morirse de hambre”.(Pablo Velasco)
El verdadero quiebre llegó después, cuando conoció a Mario Oliva, pintor tapatío, y aunque su primer approach no fue por el arte, se conocieron porque los dos son fans de escalar.
Mario le pidió dibujar una pequeña escultura solo para medir su nivel y, cuando vio el resultado, se sacó de onda. Pensó que Filippo le estaba haciendo bluff, hasta que entendió que era real.
Y ahí vino la frase que le movió el piso: “Si dibujas así, tienes que vivir del arte”. Nada académico, nada solemne, solo alguien con visión diciéndole una verdad que él mismo no sabía que necesitaba escuchar.
Filippo dice que como persona es italiano, pero como pintor es italo-mexicano.(Pablo Velasco)
"Soy italiano como persona, pero como pintor soy sin duda italo-mexicano, México es parte de mí. No puedo decir que soy pintor mexicano al cien por ciento, pero casi", asegura el artista en exclusiva para Quién.
Y es que aquí empezó todo, el primer cuadro, su primera exposición, su primera galería. Y México lo adoptó con esa calidez que no se enseña en ningún lado.
Ha escuchado incluso teorías (de esas que circulan entre artistas) que dicen que los años 2020 en México podrían ser lo que fueron los años 20 para París. No es una comparación oficial, pero sí un sentimiento colectivo entre creadores que hoy trabajan aquí.
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La pintura es un 'acto de servicio', asegura Filippo Giusti
Cuando habla de sus inicios, insiste en algo y es romper la idea de que el arte es un hobby condenado a la precariedad.
Uno de los libros que le ayudó a reescribir ese discurso fue Piensa como un monje de Jay Shetty, de donde tomó una frase que ya convirtió en brújula: “La pasión es para ti, el propósito es para los demás.”
Para Filippo, la pintura ya no es solo un acto personal, sino un acto de servicio. "La pasión es tuya, claro, es eso que te llena y te mueve. Pero para mí no basta con que se quede ahí. Lo que hago desde esa pasión tiene que tener un propósito que también le sirva a los demás. Eso lo tengo súper claro y trato de vivir así", explica.
"Y sí, se vale que muchos artistas creen para ellos mismos y, si alguien conecta después, increíble. Yo simplemente no funciono tan así", asegura el pintor.
Con esa visión, abre camino para otros y recuerda que detrás de cada persona hay un universo entero, siempre listo para ser descubierto si te detienes a verlo sin juicio.
Si algo le ha enseñado México es que sus historias están en todas partes: en los mercados, en las calles, en las casas.(Pablo Velasco)
Ese enfoque lo llevó incluso al Club de Industriales, donde expuso gracias al patrocinio de Actinver. No lo ve como validación, sino como un “Hola, el arte también cabe aquí”.
Para él, es importante romper otra narrativa dañada, la de que un artista que entiende de dinero “se vendió”.
"No somos los bohemios naive que no sabemos nada de de estas cosas", confiesa. Para Filippo, hablar de finanzas no es traicionar al arte, es darle herramientas para sobrevivir. Y tiene un punto.
Si algo le ha enseñado México es que sus historias están en todas partes: en los mercados, en las calles, en las casas.
Cuando la Embajada de Italia le pidió un mural para la Feria Internacional del Libro de Coahuila, decidió pintar a Doña Luisa, una empleada de la casa de su prometida.
"Quise pintar a Doña Luisa, la señora que trabaja en casa de Pau desde hace muchos años. Para mí fue impactante porque es una figura a la que no estaba acostumbrado en Italia", cuenta el artista.
Ese enfoque lo llevó incluso al Club de Industriales, donde expuso gracias al patrocinio de Actinver. No lo ve como validación, sino como un “hola, el arte también cabe aquí”.(Charx Fotografía)
"Ella está en la casa, hace absolutamente todo, y aun así, cuando nos preparaba el desayuno y yo le decía: ‘Siéntese con nosotros’, me respondía con una sonrisa enorme: ‘No señor, parada cabe más’", recuerda.
"Esa frase me tocó muchísimo. Detrás de esa sonrisa había esta idea de que no ‘le tocaba’ sentarse con nosotros. Todas esas dinámicas me hicieron entender lo importante que es aprender el idioma. La gente que viene a México y no habla español se pierde un mundo entero, porque estas historias y estas frases son verdaderas joyas del país", dice.
Esas dinámicas culturales lo marcaron tanto que ahora entrevista a las personas antes de pintarlas. En ese sentido, su trabajo busca empatía y no sólo estética.
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Así avanza la carrera artística de Filippo Giusti
Sobre su exposición en el Museo de Arte de Querétaro recuerda algo que, aunque no quiere tomar personal, lo llevó directo al corazóny fue ver a gente llorando frente a sus cuadros.
Desde desconocidos hasta la cónsul de España, todos conmovidos por las historias detrás de sus piezas.
"Estaba pintando en vivo y muchísima gente lloraba con mis cuadros y con las historias que cuento. Yo siempre presento la pieza completa: la pintura y la historia detrás", cuenta Filippo.
"Las historias las escribo yo, pero vienen de entrevistas que hago con cada persona; después hago un resumen que acompaña la obra. Y de verdad he visto gente berrear, muchas, muchas veces", afirma.
"Hasta la cónsul de España en México terminó llorando… y al final acabé haciéndole un cuadro, un commission, para ella. La conocí justo así, la vi llorando, completamente conmovida, y me acerqué a hablarle", receurda.
"Me dijo ‘Tú eres el artista, ¿no?’. Desde ahí conectamos. Esos abrazos, esas lágrimas, esas reacciones inevitablemente las llevo conmigo", acepta Filippo, quien se queda así con la certeza de que su trabajo toca fibras sensibles.
Si algo le ha enseñado México a Filippo es que sus historias están en todas partes: en los mercados, en las calles, en las casas.(Cortesía)
En la cartera de Filippo Giusti hay una gold card con las metas del pintor, porque cree en la manifestación.
Su rutina diaria es simple, medita, va al gimnasio y pinta, de 11:00 de la mañana a 11:00 de la noche, todos los días, con Paulina a su lado, quien además de ser su prometida es su project manager y el ancla de su barco.
En su cartera guarda una “gold card” con sus metas, porque cree en la manifestación. Su rutina diaria es simple: medita, va al gimnasio y pinta. De 11 de la mañana a 11 de la noche. Todos los días. Con Paulina a su lado, que además de ser su pareja es su project manager y el ancla de su barco.(pablo velasco)
Si su carrera fuera un cuadro, nos cuenta que sería un naranja cálido con azul cielo. Y cuando le preguntamos qué le emociona del futuro, no duda en responder: "Seguir pintando, pero también seguir abriendo caminos para otros, demostrando con hechos que del arte sí se puede vivir".
Lo dice él, lo dice su historia y lo dice México, que lo adoptó y le mostró una verdad que en Italia nadie le contó.