Anthony Schatteman: “hice la historia que yo necesitaba ver de joven”
El director Anthony Schatteman debuta con una historia LGBTIQ inspirada en su vida, pensada para adolescentes y familias. “Era la película que necesitaba”.
Con Corazones jóvenes –su primer largometraje-, el director Anthony Schatteman aporta una nueva visión en la representación del amor adolescente LGBT+ en el cine europeo. Lejos del drama convencional, el cineasta belga apuesta por una historia luminosa y emocional, basada en sus propias vivencias. “En realidad es un poco la historia de mi vida, así que siempre estuvo ahí”, dijo Schatteman en entrevista exclusiva.
La semilla de la película comenzó con el cortometraje Kiss Me Softly (2012), en el que relató su salida del clóset con su padre. “Fue todo un éxito entre los jóvenes, algo que no me esperaba. Muchos me dijeron: ‘Gracias por tener por fin un ejemplo de que está bien ser gay’”, recuerda.
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Corazones jóvenes:
Una historia que aún hace falta
Durante la entrevista, Anthony Schatteman no dejó de sonreír. Llevaba puesta una gorra negra que le daba un aire relajado, casi adolescente, y hablaba con la pasión de alguien que sabe que está cumpliendo una deuda emocional consigo mismo. Detrás de él, en una pared, del que asumo es la sala de estar de su hogar, sobresalía un estante donde dominaba un póster de Titanic.
Corazones Jóvenes cuenta la historia de Elias, un adolescente que, en plena edad de transformaciones y búsqueda de su identidad, se enamora de su nuevo vecino, un chico de su misma edad llamado Alexander.
Momentos en el set del filme Corazones jóvenes, de Anthony Schatteman.(Instagram de Anthony Schatteman.)
Aunque en un principio pensó que ya se habían contado suficientes historias queer, el director tuvo una epifanía años después: “Voy a hacer la película que realmente necesitaba cuando era joven”. Lejos de encontrar resistencia, su propuesta fue recibida con entusiasmo. “Todos estaban bastante de acuerdo porque decían: ‘Es verdad, no existe’. Una historia de amor para este grupo de edad con dos chicos”.
Inspirado por los clásicos familiares de los años 90 como Matilda o Señora Doubtfire, Schatteman quería una película que pudiera disfrutarse en familia: “Pensé en un público de 8 a 14 años. Quería una película que se pudiera ver con los abuelos, con los hermanos, pero que también fuera real y emocionalmente honesta”.
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Una representación necesaria para los adolescentes de hoy
A pesar de los avances en la representación queer en medios, el director cree que aún queda mucho por hacer. “Todos dicen que ahora te enseñan sobre tener dos padres o dos madres, pero cuando vi mi historia, todos decían: ‘Realmente necesitamos esta historia porque no es la normalidad habitual’”.
Lou Goossens y Marius De Saeger en el set de filmación de Corazones jóvenes. (Instagram. )
Schatteman no elude el contexto político y social: “Aunque la gente diga que está bien, todavía se ve a mucha gente quemando banderas de las personas LGBTIQ+, y asaltando tiendas queer. Si ves lo que pasa en Hungría o lo que dice Trump, sabes que todavía no es la realidad”.
Por eso, construir un personaje como Alexander —libre, seguro, criado en una familia abierta— fue clave para contrastar con Elias, su contraparte más retraída y confundida. “Ojalá yo hubiera sido así de joven”, confiesa.
Un retrato íntimo con espíritu universal
La película está ambientada en su ciudad natal, con objetos reales de su infancia, para lograr una estética atemporal que conecte tanto con jóvenes como con adultos: “Usé las bicicletas de mis abuelos y toda la decoración de mi habitación. Para mí era muy importante crear algo atemporal para que también la gente mayor pudiera identificarse”.
Momentos durante la filmación de Corazones jóvenes. (Instagram. )
La cinta ha sido recibida con entusiasmo en festivales y proyecciones escolares. “Ahora puedo ver cómo las familias van juntas al cine. Se fomenta la comunicación, lo cual es genial. Muchas escuelas están viendo la película y la incluyen en sus clases”.
Con una historia personal y entrañable, Anthony Schatteman logra hablarle no solo a la generación adolescente, sino también al niño que fue y al adulto que hoy crea lo que hubiera querido ver hace años.