En su juventud, Villa organizó una fiesta en toda forma; por la cantidad de invitados entregó pulseras para el acceso y una de esas llegó a manos de Guardiola, quien estaba de visita para una pijamada en casa de una de sus amigas y también de él, que fue invitada. Las dos almas estuvieron juntas en el mismo espacio sin saber lo que les deparaba el futuro.
Los años pasaron y ambos, buenos emprendedores, viajaron para forjar su educación hasta el lejano oriente, donde en una reunión de varios estudiantes coincidieron. Él estaba con sus amigos, que lo convencieron para que se animara a conocer a un grupo de chicas también mexicanas.

Luis conoció a Carolina y entre la charla en aquella velada descubrieron que tenían mucho en común, las salidas fueron al principio con varios amigos, hasta que un día, él decidió que era hora de tener una cita formal y la invitó al cine, aunque al principio ella no sabía que sólo serían ellos dos.
A partir de ese momento, ese destino que los unió en la fiesta juvenil en la que no coincidieron, no descanso hasta ver que Guardiola y Villa trazaran sus caminos de tal forma que terminaron unidos. En ellos todo es espectacular, como la petición de mano que le hizo él a su novia, fueron varias de hecho, todas llenas de magia.