Luego de la tragedia, el domicilio ubicado en Cansino 2909 en la colonia Cumbres, en Monterrey, tuvo otros habitantes, una familia que con el paso del tiempo no pudieron con la tragedia y acabaron por abandonarla.

Según el periódico El Universal, hubo testigos que aseguraban que cuando la casa ya estaba abandonada, de una de las ventanas se asomaba un niño pareció a Erik, que al momento de morir tenía siete años.
Esta semana la casa y sus alrededores volvieron a tener movimiento, pero no de nuevos inquilinos sino de trabajadores y maquinaria que llegaron al lugar, ubicado al poniente de Monterrey para demoler la propiedad.