Corría el año 2012, el cantante mexicano Vicente Fernández se encontraba de gira por Venezuela y el entonces presidente del país suramericano, Hugo Chávez, lo recibió en la casa presidencial para condecorar con la Orden de Libertadores.
La ocasión era ideal para que el peculiar mandatario mostrase su admiración por Chente y, de paso, aventarse un palomazo. Con el palacio de Miraflores como escenario y con los reporteros gráficos como testigos, Chávez abrazó al cantante y comenzó a cantar Lástima que seas ajena, uno de sus grandes éxitos.