Teatro: ‘Hamlet’, jugar con los clásicos

Angélica Rogel toma el texto clásico de Hamlet y juega con él. La puesta protagonizada por Irene Azuela plantea nuevas capas de significado.
Irene Azuela y David Gaitán en escena de Hamlet.

Ahí donde se escribe tragedia, se lee comedia. Es la antonomasia que da sentido al arte teatral. Sin embargo lo que ocurre en el Hamlet de Angélica Rogel, protagonizado por Irene Azuela, es una acción deliberada por transgredir ambos géneros. Por subvertirlos.

La puesta que se presenta los fines de semana sobre el escenario del teatro Milán se propone perder el respeto a Shakespeare. Jugar con él. Divertirse con el texto del dramaturgo inglés. Esa acción lúdica comienza incluso antes de la tercera llamada, cuando los actores, aún en su calidad de personas y no de personajes, se desplazan por el espacio, conviven, se ríen, intercambiamos abrazos y de pronto toman un cítrico y comienza a, literal, jugar.

El público es testigo de esa metamorfosis, Irene Azuela deja de serlo para convertirse en Hamlet. Ocurre ante nuestros ojos.

Los juegos de la adaptación de Rogel comienzan con el hecho más evidente. Hamlet es una mujer. Le interpreta la siempre espléndida Irene Azuela. Y el tránsito no es simplemente una actriz dando vida a un personaje masculino, es una acción decidida de trasladar toda la densidad interna y externa de uno de los arquetipos teatrales al terreno femenino.

Irene Azuela y Naina González Norvind en Hamlet.

Esta idea plantea nuevas capas de significado. Una que parece obvia pero no lo es tanto, es que Hamlet es también una mujer lesbiana, un movimiento dramático que no sólo le da coherencia a su relación con Ofelia -encarnada por una sensacional Naian González Norvind- si no una profundidad insospechada.

Sobre esa misma línea, el elemento de locura que atraviesa el drama de Hamlet se articula en otro registro cuando Claudio, el traidor que se hace del poder a través del asesinato de su hermano, utiliza la reiterada acusación de que ella ha perdido el juicio para desacreditarla, a ella, y a sus sospechas que ponen en riesgo los privilegios de los que ahora goza. ¿Suena esto a los constantes argumentos que el patriarcado utiliza para desestimar los movimientos feministas?

El escenario de Hamlet.

Es probable que esta sobre lectura habite sólo en la percepción de quién escribe este texto ya que, ha decir verdad, en Hamlet no se percibe una pretensión panfletaria, aleccionadora o reflexiva más allá de lo que el propio texto plantea: el poder, la traición, la venganza y la muerte. En ese sentido es interesante como la adaptación traslada el rol de la monarquía a que Dinamarca sea una compañía familiar que fabrica papel. Las empresas como nuevos dueños del orden mundial.

De vuelta al concepto de juego que habita en esta puesta, hay momentos de tensión dramática intensa que ocurren adrede en la clave de la comedia. Una decisión, pienso, que apela al sentido atroz de la risa.

Esta puesta de Hamlet esencializa los elementos escenográficos y de utilería, concentra sus cartas discursivas en el texto mismo y en el trabajo de sus actores, todos figuras vitales de la escena mexicana: Mauricio Garcia Lozano, Emma Did, Poncho Borbolla, Miguel Santa Rita, Tamara Vallarta, Alejandro Morales y David Gaitán (pronto veremos también en escena a Assira Abbate).

Hay un recurso escénico que llama mucho la atención por sus implicaciones simbólicas. El momento en el que Hamlet confronta a Claudio a través de una pieza teatral que escenifica el posible asesinato. Horacio, interpretado por David Gaitán, graba con su teléfono celular la escena, la cual se proyecta sobre el muro escenográfico en tiempo real. Dos ejes de fuerza hay en este gesto: el primero de ellos dialoga con esa sensación de las redes sociales son un espacio de juicio y señalamiento descontextualizado y, en segunda línea, un guiño a esos meses de pandemia en los que el teatro buscó refugió en los entornos digitales, lo cual refresca ese pulso meta teatral preexistente en la obra y lo actualiza. Pero hoy el teatro está de vuelta para ser y no ser.

Hamlet de William Shakespeare, adaptación y dirección de Angélica Rogel tendrá una breve temporada hasta el 1 de mayo en el Teatro Milán de la Ciudad de México, Lucerna 64, colonia Juárez.

De izquierda a derecha: Tamara Vallarta, Emma Did, Naian González Norvind, David Gaitán, Mauricio Garcia Lozano, Irene Azuela, Carlos Morales, Miguel Santa Rita y Poncho Borbolla.