Casa Bosques: hay futuro para las librerías

Si las librerías son esos santuarios en los que los fieles cumplen el ritual de tocar las pastas duras, comprobar el cuidado con el que se imprimen las ediciones especiales y comulgar cuando se abren y desprenden ese olor particular que surge de la mezcla de la tinta sobre el papel, Casa Bosques es un capilla poco ortodoxa.

La experiencia de visitar esta librería es mucho más cercana a la de llegar al hogar de un obsesionado. Un amante de los libros. Bastará entonces subir los escalones escoltados por plantas para entonces, en la cima, toparse con el motín.

Su oferta va desde fanzines y publicaciones independientes hasta libros de arte de gran formato. No dejemos de lado su sección de libretas para los coleccionistas y amantes que llenan sus páginas con notas, dibujos o una mezcla de ambos. Su muro de chocolates y sus frascos de nueces, merecen una mención aparte.

Ese cuidado tan personalizado y único que se pone en los libreros caseros se percibe también en las mesas y estanterías de este recinto. Su sello, nos lo advierte su información previa, tiene como distintivo la curaduría de sus fundadores y el tratamiento especializado, cortés, atento de sus dependientes.

Sin el afán de sonar alarmistas lo diré: es probable que las librerías estén en peligro de extinción. Algunas, víctimas de la pandemia, otras más, a manos del creciente mercado de las compras en línea y las entregas a domicilio. O una suma de ambos fenómenos.

Pero en un lugar como Casa Bosques -y lo que implica una visita- no sólo hay una sensación de supervivencia, también de esperanza y consuelo de que aún hay futuro para las librerías.

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