A través de las redes sociales y el sitio del Museo, los espectadores podían ser testigos del proceso en el que García Torres regaba polvo de tóner sobre lienzos de diversas dimensiones. Sin embargo, el artista, ante la invasión de las cámaras decidió editar los tiempos de transmisión.

El mismo artista lo menciona, Mario se transformó en la obra de arte misma exhibida la vitrina en que se convirtió este espacio que cuenta con amplios ventanales que lo conectan con el exterior. Editar también las horas del día en que las cortinas se abrían y cerraban fue también parte de las decisiones conscientes que García Torres tomó para conectarse o aislarse de esa realidad ocurriendo afuera.
El artista relata que la transición que sucedió en este proyecto fue trasladar la casa al taller y el taller a la galería del museo. “Fui encontrando esta soledad y asumiendo como mi aliada. Por un lado fui, de alguna manera, conquistando el espacio y haciéndolo mío”.

A través de la cámara de su computador, el artista dio una especie de recorrido virtual por la exposición la cual está integrada por lienzos de diversas dimensiones las cuales han sido teñidas con polvo de tóner, un ejercicio que el realizador ha trabajado ya con anterioridad.
“Asumir el accidente y asumir las fallas”, explica el artista es la reflexión de estas obras las cuales tienen su origen conceptual en el recuerdo y la fascinación de Mario quien era el encargado de sacar las fotocopias en la papelería de su familia.