Hace diez años, Pedro de Garay vivía en Nueva York cuando fue testigo de una nueva ola de estudios de ejercicio que rompían con el molde tradicional del gimnasio: espacios pequeños, diseñados a detalle con una sola disciplina, donde la música, la comunidad y la experiencia pesaban más que las máquinas. “Vi cómo eso revolucionaba la forma de hacer ejercicio. Ya no se sentía como una obligación, sino como formar parte de algo”, recuerda. Fue ahí cuando nació la idea: “Esto lo tenemos que hacer en México". Por otro lado, Alejandro Ramos tenía claro que quería emprender desde su época de estudiante en el ITAM. Tras colaborar en algunas coinversiones con Pedro, llegó el momento clave. “Un día me invita a platicar, y ahí me dice: ‘Ale, no nos hagamos. A los dos nos apasiona emprender. Dejemos de ser solo inversionistas. Vamos a crear nuestra propia startup'. Y me cuenta esta idea de los estudios boutique de fitness ”, recuerda.
Así, con la visión de transformar el ejercicio en una experiencia completa y de lujo, y con la convicción de construir algo propio desde cero, un año después de esa conversación nació Síclo. Hoy, diez años más tarde, se ha convertido en mucho más que un estudio: es una comunidad, un estilo de vida y un símbolo de innovación en el mundo del bienestar que empezó en nuestro país y no ha hecho más que extenderse por el resto del mundo.