El rubor o blush se ha convertido en un imprescindible del maquillaje: aporta vitalidad y frescura al rostro y, bien aplicado, puede estilizar, iluminar y hasta transformar por completo tus facciones .
Pero, ¿sabías que existen diferentes maneras de aplicarlo según el efecto que quieras lograr? El blush es un aliado versátil. Atrévete a experimentar con estas tres técnicas y descubre cuál resalta mejor tu belleza natural.
Es la clave para lograr un rostro fresco, definido y luminoso. La primera técnica es si buscas algo que se vea más "flushed", es decir más sonrojado, y consiste en aplicar el blush en las manzanas de las mejillas.
Este método es ideal para quienes buscan un look natural y juvenil. Solo tienes que sonreír y colocar el rubor en la parte más alta de las mejillas, difuminando suavemente hacia las sienes. El resultado es un efecto fresco, como si acabaras de regresar de una caminata al aire libre.
La segunda técnica que amamos consiste en aplicar el blush sobre los pómulos. Sonríe y ubica el producto justo en la parte más alta del pómulo, siguiendo la línea de tus huesos y difuminando hacia las sienes y la línea del cabello. Esta forma ayuda a esculpir el rostro, creando un sutil efecto lifting que estiliza tus facciones.
Entre celebridades y maquillistas, la más reciente obsesión es aplicar el blush en la nariz para conseguir un efecto como si hubieras pasado la mañana en el sol. Basta con una pequeña cantidad en el puente de la nariz, difuminando hacia las mejillas. Este truco aporta calidez y un toque de luminosidad, perfecto para quienes buscan un acabado saludable y moderno.
Los rubores en crema o líquidos ofrecen un acabado más natural y jugoso, mientras que los polvos son perfectos para un efecto mate y duradero. No olvides difuminar bien el producto para evitar líneas marcadas y lograr una integración perfecta con tu base de maquillaje.
Otra recomendación clave es adaptar la técnica a la forma de tu rostro. Si tienes la cara redonda, aplica el blush ligeramente más abajo y hacia el exterior de las mejillas para afinar tus facciones. Si tu rostro es cuadrado, concéntrate en los pómulos y difumina hacia el exterior para suavizar los ángulos.
