La policía tuvo que intervenir para disolver la marcha, lo que desencadenó una reacción de violencia de algunos manifestantes, quienes provocaron destrozos y hasta un pequeño incendio.
Justo en el momento más crítico hizo su aparición el coche oficial y el rey Felipe , quien por casualidad estaba pasando por ahí en el trayecto rumbo al Palacio Real, donde está su oficina y el castillo de Laeken, donde vive junto a su familia.

Por cuestiones de popularidad fue difícil que los manifestantes no reconocieran el coche y es que tiene la matrícula con el número 1, un dato muy conocido en el país. La policía no tardó en entrar en pánico porque creyeron que la concentración podría arremeter en contra del soberano.