Ovacionan a Sabina en el Auditorio Nacional

A las 8:35, Joaquín entró al escenario ataviado con un frac negro de cola larga, pantalones guinda, camiseta negra con un signo de interrogación al frente, un paleacate rojo en el cuello y su clásico bombín. Fue recibido con una ovación brindada por los casi 10 mil asistentes, al instante esbozó una sonrisa lo que hizo que las visibles marcas de la edad en su rostro delataran sus “bien vividos” 61 años. Inició la magia con repertorio de su nuevo disco "Vinagre y Rosas", su inigualable voz aguardentosa retumbó por todo el Auditorio Nacional, a la par de algunos gritos femeninos que lo llamaban “papacito” o lo invitaban a pasar una noche con ellas. Con un “buenas noches, alegre y cómplice chilangada” dio la bienvenida a los asistentes al concierto, quienes no reparaban en silbidos, aplausos y gritos. De pronto, su rostro cambió de expresión y mandó un saludo a su amigo y leal compañero, el cantante, Joan Manuel Serrat, quien actualmente pasa por un mal momento físico. “Esperemos que esta noche nos acompañe la buena sombra benefactora del maestro Serrat”, dijo Sabina. Su canción "Medias Negras" fue el aperitivo para una velada marcada por la complicidad del público mexicano que siempre ha recibido a “Joaquinito” con mucho cariño y entrega. Fue con "El Boulevard de los sueños rotos" con la que explotó la energía, los asistentes se levantaron de sus asientos e inició la fiesta. Sólo cinco músicos y una cantante lo acompañaban en el escenario, incluyendo a sus inseparables compinches y amigos, Pancho Varona y Antonio García de Diego. Luego de una breve introducción, Joaquín dijo la palabra mágica… Y sin embargo, en ese momento, un grito seco se escuchó por todo el recinto, seguido por las coplas de una de sus canciones más conocidas. “Para lo que sirve este bombín es para quitárselo ante su presencia”, gritó emocionado el cantante al escuchar los coros de la gente. Dos veces fueron las que Joaquín se escapó tras bambalinas a “tomarse un tequilita” según dijo, pero fue regresado al escenario por una ovación que le pedía más música y baile. El momento culminante llegó cuando se escucharon los primeros acordes de "Contigo", canción que fue interpretada a todo pulmón por los asistentes y el repertorio continuó con La del pirata cojo. Sin dar pauta al receso y con un Auditorio Nacional de pie, la noche terminó en éxtasis total con "Pastillas para no soñar", Sabina bailó, cantó, brincó y le recordó los asistentes que si entre sus metas está llegar a los 100 años, nunca vivan como él lo ha hecho.