Con el avance de la Segunda Guerra Mundial y la persecución a artistas, Ernst fue arrestado y Leonora tuvo que huir a España donde fue recluida en un hospital psiquiátrico. Cuando iba a ser trasladada a otra clínica ahora en Sudáfrica, escapó de sus cuidadores y logró contactarse con su amigo mexicano, el escritor y poeta Renato Leduc quien le propuso matrimonio para que pudiera escapar de Europa.
Fue así que abandonaron el viejo continente y se instalaron por un tiempo en Nueva York, donde la pintora se reencontró con varios de sus colegas. Llegó a México en 1941 y aquí desarrolló gran parte de su obra al tiempo que compartió la vida con los artistas mexicanos del momento entre ellos Frida y Diego y con muchos de los intelectuales y creadores que llegaron al país huyendo de los conflictos de Europa.
"El artista establece su propio orden con mucho cuidado, siempre tropezándose con la duda. Por eso ante las obras de arte es mejor quedarse callado"
Leonora Carrington
📷 Nacho López, 1960. Sistema Nacional de Fototecas, Instituto Nacional de Antropología e Historia pic.twitter.com/TNperjDbns
— Secretaría de Cultura (@cultura_mx) May 25, 2020
Leonora Carrington encontró en México una esencia mística que logró poner en comunión con los relatos celtas que su madre y abuela le enseñaron durante la infancia para crear una obra poseedora, no solo de una estética particular, también dueña de una narrativa cautivante plagada de seres fantásticos entre nahuales, brujas, hechiceros y animales.
Para conmemorar 9 años de su partida, tenemos algunas recomendaciones para aproximarse un poco más a la obra de una de las mujeres más fascinantes del siglo pasado.