Alejado de los negocios familiares, Mils comienza a escribir su propia historia en la industria musical, y es el único de la familia que se dedica a esto. Se ha presentado en diferentes venues, como el antro Ragga y el Lunario del Auditorio Nacional. Mils nos cuenta que este año tiene preparadas muchas canciones de música pop.
Desde que tiene uso de razón, la música ha sido parte de su vida y, aunque hace algunos años dedicarse a esto era un sueño guajiro, hoy es una realidad. El cantante nos cuenta cómo empezó, qué le dijeron sus papás cuando se enteraron que quería ser artista y sus proyectos a futuro.

¿Cómo eras de chiquito?
Fui un niño muy creativo, siempre me llamó la atención el arte en general, me encantaba pintar, dibujar y crear cosas... eso me llevó a lo que hago hoy en día, que es la música. Me acuerdo que iba a conciertos de muy chiquito y veía a los artistas en el escenario y pensaba que quería estar ahí... sentía mucha atracción por ese mundo.
¿Eras de los que hacían shows en Navidad?
No [risas], la verdad era muy penoso y justo por lo mismo no sacaba a mi niño interior musical. Solo cantaba en la regadera porque me daba pena. Creo que fue a los 15 o 16 años que empecé a animarme a cantar en las primeras fiestas y me creía todo un artista; sacaba el micrófono, me metía en el personaje y armaba todo un show. Así se me fue quitando la pena. Era muy divertido, la verdad.

¿En qué momento decidiste que querías entrarle a la música de lleno?
Es una historia muy chistosa porque tenía la espinita, pero pensaba que era imposible porque no conocía a alguien relacionado con la música y no sabía ni por dónde empezar. Un año antes de la pandemia conocí a Roberto Andrade, que en ese momento era mánager de Sebastián Yatra. Con él me solté, me ayudó mucho al principio y me dijo que me lanzara. Me presentó a productores conectados con la música y empecé a trabajar con él de vez en cuando. Lo molestaba cuando de verdad necesitaba un consejo y así cree mis primeras canciones; pero lo chistoso es que ni mis papás ni nadie de mi familia sabían, porque por miedo nunca les platiqué, pensaba que me iban a decir que estaba loco.