El camino no fue sencillo; hoy nadie duda de la grandeza del brasileño, pero en 1970 nada más y nada menos que en México, durante el Mundial, O Rei no quería ser Pelé, como lo reveló de viva voz en su documental en Netflix, cuando todo Brasil lo necesitaba una vez más. Pero recuperó su amor por el futbol y logró hacer historia.
¿Quién fue Pelé?
Brasil, expresó siempre Edson, es el país al que amó, que le dio todo, incluida la vida un 23 de octubre de 1940, allá en la entonces desconocidísima Três Corações, Minas Gerais. Parte de una familia trabajadora, con sus abuelos dueños de una carreta repartiendo leña por todo su pueblo y él mismo montando a caballo desde los 10 años.

Dondinho, era el apodo de su papá, de quien aprendió a enamorase del futbol y a quien siempre quiso emular porque creía que era el mejor jugador del mundo, para alcanzarlo Pelé se "entrenó" desde niño, con cascaritas en su barrio, que combinaba con su trabajo como boleador de zapatos, para ayudar a su familia.
Siempre con los pies en la tierra, Pelé expresó que nunca pensó que era "mejor que nadie ni más que nadie", gracias a la educación que le dieron sus papás. Y fue Dondinho quien incentivó a su hijo hasta que lo llevó al Club Santos, a conocer a Pepe, su "descubridor".

La personalidad de O Rei, sin pretensiones, pero sí con gran carisma y un poderoso apretón de manos se impusieron siempre, al grado de llevarlo a su primer Mundial en 1958, cuando conoció que había otro mundo más allá de su Brasil amada y llegó a Suecia, la primera parada en su interminable viaje por el planeta.
Allá en la Europa más caucásica causó sensación, con niñas tratando de ver si su color de piel se despintaba al frotarla; y fue el sitio en el que puso, a sus 17 años, a Brasil en el mapa, a pesar de que su país ya había recibido un Mundial en 1950 (que perdió ante Uruguay), y le cumplió a su papá la poderosa promesa de ganarle una Copa del Mundo.

Pelé: El símbolo de la emancipación brasileña
La fórmula de O Rei, que aprendió precisamente de su papá y que le dio toda su confianza era: "En la cancha, todos somos iguales", expresó en su momento. Pelé alzaría otras dos ocasiones (1962 y 1970) el trofeo más universal, el de la FIFA, que lo llenó de la más grande de las glorias; darle una identidad de ganadora a su adorada Brasil.
Con sus triunfos en la cancha, consideran políticos y periodistas de su época, Pelé se transformó en el "símbolo de la emancipación brasileña", algo que fue difícil de asimilar para un joven que lo único que quería era jugar al futbol. A sus 19 años fue considerado el mejor jugador.