Por último, porque hace descender la tasa de cortisol (hormona responsable del estrés), o simplemente porque permite al deportista aislarse y centrarse en la competición.
"Aunque no es una necesidad, escucho música antes de las carreras. Eso permite bloquear el ruido de los aviones que sobrevuelan la parrilla, las cámaras de fotos, las conversaciones", explica el campeón del mundo británico Lewis Hamilton (Mercedes), al que raramente se le ve en los circuitos sin unos cascos en las orejas.
"En la parrilla siempre tengo música. Eso me ayuda a entrar en mi zona y a bloquear las distracciones", señala Daniel Ricciardo (Renault), quien estima que pasa 14 horas al día escuchando música, y que lamenta no poder hacerlo en el monoplaza.

"Normalmente, cuando me despierto el domingo antes de la carrera, veo cómo me siento y eso determina lo que voy a escuchar en la parrilla, sea hip hop, electrónica o metal", precisa.
Pero no todos los pilotos de la F1 son unos melómanos. Los hay que no lo son, aunque lo disimulan. Es el caso del finlandés Kimi Raikkonen (Alfa Romeo Racing).
"A menudo llevo los auriculares para que la gente piense que escucho música. Así no me molestan", reconoce este amante de grupos finlandeses, y, según los rumores, del karaoke.